Perspectiva. El precio de una mentira
Cuatro mil por minuto.- Visualizaciones ayer en Twitter del mensaje de Xóchitl.
El presidente López Obrador jamás imaginó que un ataque simplón a Xóchitl Gálvez tendría repercusiones históricas para el país y para su movimiento. Cuando dijo que la senadora estaba en contra de los apoyos sociales, cometió un error que cambia todo en el paisaje político del país.
Agraviada por la mentira, Xóchitl pidió que el presidente le diera derecho de réplica. AMLO dijo en su mañanera que lo haría si una autoridad se lo pedía. La senadora, tenaz como es, pidió un amparo a la justicia federal y lo obtuvo. Palacio tenía que otorgarle ese derecho.
El día que se presentó a tocar la puerta al lugar de las mañaneras, donde se le había calumniado.
Los seguidores del partido oficial no tardaron en insultar y agredir a la senadora frente a las cámaras y grabadoras de los medios.
Periodistas hostiles quisieron confrontarla pero Xóchitl mantuvo la serenidad y la cordura a pesar de los empujones y algunos golpes de la concurrencia morenista. Medios independientes tomaron nota y difundieron la imagen de la senadora con el amparo en mano, tocando una y otra vez la puerta de Palacio sin que alguien respondiera.
Lo que siguió fue un torbellino político que hace tiempo no habíamos visto. Entrevistas en medios, apoyos en redes y un posicionamiento inmediato como una de las punteras en la carrera presidencial. El parteaguas de la contienda política comenzó ese día.
Este lunes por la noche Xóchitl Gálvez anunció su candidatura a la presidencia. Días antes había dicho que sólo después de conocer el método de selección de los partidos definiría su participación. Estaba midiendo sus tiempos porque lo que siguió debió estar preparado con anticipación.
A las 2 de la madrugada de ayer grabó un video explicando la razón de ir por la presidencia de la República con Palacio Nacional iluminado a sus espaldas. “Las puertas de Palacio se abren de adentro hacia afuera y me las cerraron”, en cambio, dijo, los ciudadanos le abrieron las puertas de sus casas. “Voy a ser la próxima presidenta de México”, dijo al final del mensaje de 2 minutos.
Desde el arranque del noticiero de Ciro Gómez Leyva comenzó su peregrinación por las radiodifusoras, con el guión bien editado de su historia, valores y la idea de cambio verdadero para el país.
A las 9 de la mañana su mensaje en Twitter tenía 450 mil “visualizaciones”. El contador avanzaba unas cuatro mil por minuto. Al escribir esta columna a las 9:00 PM, el contador supera los 2.8 millones. El ritmo casi no ha cesado en todas las redes. La viralización de su mensaje es algo que no había visto en los últimos años.
Según comentarios en redes, la doctora Claudia Sheimbaun logró un máximo de 1.4 millones de visualizaciones como marca superior de sus presentaciones. Los comentarios sobre Xóchitl son consistentes: es una mujer cuyo origen es indígena; superó la pobreza y la desesperanza a través de voluntad; hizo una carrera brillante y convirtió su conocimiento de ingeniería en una próspera empresa; dedicó tiempo al servicio de pueblos indígenas; trabajó con Fox por invitación de “headhunters” y no tiene cola que le pisen.
Notamos una emoción distinta de las electoras. La identificación de la mujer mexicana con el estilo libre y desparpajado; culto y populachero tiene acentos envidiables para cualquier candidata o candidato. En reuniones sociales escuchamos un entusiasmo que no había antes del “error” de Palacio.
¿Quién le iba a decir a AMLO que con una pequeña mentira sin sentido iba a despertar el fervor político de una buena parte de la sociedad mexicana?
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