Perspectiva. Estragos de una invasión

Apenas se va la epidemia del COVID volvemos a respirar con cierta tranquilidad; los cubrebocas aún se usan en aviones, hospitales y en algunas oficinas públicas. Las vacunas y la muy probable inmunidad colectiva redujeron el peligro y el miedo que penetraba nuestra conciencia.

Si vemos la prensa mundial la preocupación cambió de lugar. En Europa, en particular la invasión de Rusia a Ucrania generó una era de ansiedad, otra temporada de pesadilla. Las discusiones sobre elecciones, energía, sanciones y el invierno más frío por falta de gas y electricidad palidecen ante la amenaza rusa de usar bombas atómicas tácticas.

La última noticia que nos deja fríos es la de un submarino que lleva un torpedo atómico que puede cruzar océanos y generar tsunamis en la costa de cualquier país. La prensa norteamericana es la más enterada porque todos los sistemas de inteligencia están en alerta aunque no lo digan oficialmente.

Nutridos por conversaciones anónimas que el gobierno norteamericano quiere difundir, el New York Times, el Washington Post y el Wall Street Journal obtienen información que va dirigida para dos audiencias: sus lectores globales y el Kremlin. Qué mejor manera de adelantar información estratégica para que Moscú sepa en la que se metería Rusia si, a la desesperada, recurriera a bombas tácticas para detener el avance de los ucranianos.

En una nota el Times informa que “la semana pasada, el Instituto para el Estudio de la Guerra concluyó que sería una apuesta masiva con ganancias limitadas que no lograría los objetivos establecidos por Putin. Lo mejor que lograría sería congelar los frentes de batalla en su actual posición y conservar los territorios ocupados en Ucrania. Eso requeriría múltiples armas tácticas nucleares”, concluye el Instituto.

La estrategia de Putin es clara: aterrorizar a Europa y a Occidente. Tres pandemias serían cosa trivial frente a una escalada nuclear entre potencias. Todos los modelos de juegos de guerra llevan a la peor hecatombe mundial. Decía un amigo argentino que, bueno, Australia y Argentina serían los mejores lugares para sobrevivir. Ni ellos saldrían ilesos.

La pregunta que nos hacemos y seguro se la hacen en la OTAN y en el Comando Central de los Estados Unidos es si Putin tiene el poder unipersonal de ordenar ataques nucleares.

Al paso de los meses y con los fracasos de Rusia y un líder cercado dentro y fuera de su país, el loco dictador podría detonar algún artefacto en llanuras de Ucrania o en el Mar Negro.

¿Para qué pensamos en eso?, comentó un amigo con quien platicaba sobre el tema. “Ya tenemos muchos problemas en México como para preocuparnos más de la cuenta”. ¿De qué sirve navegar por la prensa internacional…para qué angustiarnos de lo que no está en nuestras manos resolver? Advertimos que cientos de millones de mujeres y hombres de todo el mundo siguen con atención y ansiedad lo que pasa en Europa. No podemos ser ajenos porque no lo somos en los efectos del conflicto: granos y fertilizantes más caros e inflación importada que no cede. Además tenemos un riesgo existencial real. No es pequeña cosa que dependamos de la mente alucinada de un solo hombre.

Esa es la frase que retumba en la cabeza: el mundo no puede estar en manos de un solo hombre; los países no deben trazar su destino con los dogmas de un solo gobernante. Tenemos que luchar por la democracia donde estemos. No hay más.

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión

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Enrique Gómez Orozco
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Enrique Gómez Orozco, Opinion, Aguascalientes

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Perspeciva. Estragos de una invasión

Editor Redacción

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