Perspectiva: La enmienda número 25
Larry Fink es uno de los personajes más influyentes del mundo. BlackRock, la empresa de administración de valores que dirige, tiene once billones de dólares (millones de millones) bajo administración. El lunes dio una entrevista donde dijo qué pasa con la economía de Estados Unidos. Advirtió: “mientras hablamos, estamos en una recesión”.
Hace tres meses la economía de EE.UU tenía crecimiento y se esperaba que 2025 fuera un buen año con inflación a la baja y crecimiento económico. Hoy, con la feria de aranceles de Donald Trump, el mundo está en shock. El presidente norteamericano parece estar fuera de la realidad y quienes lo apoyaron para llegar al poder, le suplican que cambie de rumbo.
El mundo pierde millones de puestos de trabajo, se detienen inversiones por la guerra comercial de Trump. Quitó el ancla y amarras, amenazó a todos en todas partes de cobrar cuentas imaginarias que supuestamente el mundo le debe.
Algunos líderes están enfurecidos como Mark Carney de Canadá, otros respiran profundo y mantienen serenidad como nuestra presidenta Claudia Sheinbaum. Nadie tiene paz, menos Xi Jinping, el líder chino que debe enfrentar el reto más grande de la historia reciente: mantener firme su respuesta ante las amenazas de más ataques arancelarios.
Elon Musk, el más independiente de sus consejeros, le pidió que detuviera los aranceles porque dañan a EE.UU, incluso tuvo la puntada de calificar al cocinero del desastre, Peter Navarro, como “imbécil, saco de ladrillos”. Te lo digo, Pedro, para que lo escuches, Juan. Si Trump escucha a un imbécil decirle que la grandeza de EE.UU está en recuperar su manufactura, cuando todo mundo le dice lo contrario, entonces Trump tendría que escuchar.
Seguro que grandes empresarios y políticos prominentes piensan lo que millones de ciudadanos del mundo: ¿qué pasa si Trump redobla el paso y mete al mundo en recesión simplemente porque se le da la gana? ¿Hay forma de detenerlo?
La constitución norteamericana tiene la Enmienda 25 donde se prevé lo que pasaría si el presidente se enferma del cuerpo o de la mente. Alguna vez se hizo efectiva cuando Ronald Reagan tuvo un atentado y fue al hospital. El vicepresidente George H.W. Bush tomó su lugar mientras sanaba. Gerald Ford tomó el lugar de Richard Nixon cuando renunció al cargo por el caso Watergate. Sin embargo, la enmienda nunca se ha utilizado por causa de enfermedad mental.
Para destituir a un presidente por esa causa, los funcionarios federales tienen que pedir que el vicepresidente asuma el cargo, para ello se necesita que dos tercios del Senado y la Cámara de Representantes voten a favor de la medida. Es un tema controvertido en este momento. Los republicanos jamás votarían por quitar a su presidente, a menos que pusiera la integridad de su país en peligro. Lo que sí podrían hacer es votar, en conjunto con los demócratas, un alto a las barbaridades de Trump, que tienen al mundo de cabeza por capricho e ilusiones falsas.
EE.UU tiene el 5 % de la población mundial y el 25 % de lo que se produce. Suma, en sus mercados, el 75 % del valor de las empresas que cotizan en bolsa alrededor del mundo.
Cuando dice que el mundo le ha robado, habla como si fuera Camboya o Vietnam. Algo hay torcido en su pensamiento.
A Trump ya intentaron destituirlo por incapacidad mental hace 4 años, pero esa es otra historia.
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