Perspectiva. La noticia más grande de la historia

Hay hechos que marcan a un siglo y se convierten en el común denominador de los tiempos. Cuando llegó la pandemia del COVID-19, coincidimos  todos los medios que nunca habíamos atendido una noticia de esa magnitud.

Apenas pasaron dos años de la enfermedad y la IA irrumpe en las computadoras y móviles con Chat-GPT. Una historia que será la más grande de la humanidad: replicar el  pensamiento y convertirlo en una herramienta miles o millones de veces más potente que el cerebro.

Viene esto a cuento por la declaración del domingo de Sam Altman, el director de OpenAI. El emprendedor de la IA dice que el 2025 será el año en que las organizaciones se valgan de la Inteligencia Artificial General para colaborar con “agentes” en sus operaciones cotidianas. Altman da por hecho el arribo de la IAG y, no sólo eso, afirma que su empresa va a la búsqueda de la Superinteligencia. Sabemos que los “rockstars” de la IA gustan de hacer predicciones sorprendentes. Elon Musk, por ejemplo, echó la apuesta de que la IAG llegaría en 2026. Ray Kurzweil, el veterano genio del MIT, había hecho ese mismo pronóstico para 2029. Si llega en 2025, tendremos la noticia más importante de nuestra existencia. Hasta ahora.

Altman no dice para cuándo tendremos la Superinteligencia, esa que permitirá a las máquinas y robots hacer investigación científica, mejorar sus capacidades y reproducirse a sí mismas. Kurzweil pronostica ese hito tecnológico para el 2045 y lo llama la Singularidad. Se basa en la línea del crecimiento exponencial de la capacidad y velocidad de cómputo de los chips, cuyo límite actual será multiplicado millones de veces por los procesadores cuánticos.

Un ejemplo sencillo de lo que tenemos a la mano, pero no lo explotamos, es la capacidad de conversación de Chat-GPT. Cualquier niño puede acercarse y preguntar sobre temas de su interés, sean tareas escolares o curiosidad intelectual. Hay un tutor posible en cada conversación, en cada celular con la app de Chat-GPT.

Es difícil comprender que las respuestas del bot no provengan de un ser humano. A medida que la IAG crezca en capacidades, tendremos herramientas de conocimiento para resolver problemas de salud, educación e investigación y desarrollo, en todas las actividades humanas.

La academia y la enseñanza cambiarán más pronto de lo imaginado. Desconozco si hay escuelas de segunda enseñanza que hayan incorporado el aprendizaje de la IA como acelerador del crecimiento de competencias del alumnado. Al principio el temor era el plagio de contenidos, ahora debe ser la enseñanza del pleno aprovechamiento del conocimiento universal contenido en los modelos de gran lenguaje.

En países desarrollados en la educación como Singapur, un 20 % de la población sabe código. La ventaja de la preparación en “STEM” (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) marcará el verdadero bienestar de futuras generaciones.

La IA reducirá el costo de la educación al igual que el internet bajó el de las comunicaciones. Con pocos maestros se podrán educar a miles de alumnos. Eso ni siquiera lo podrá detener la burocracia de la SEP.

El horizonte de la IA es incomprensible para nuestra mente. Hay un pasaje de San Agustín que sirve de parábola. El santo vio a un niño en la playa que quería meter el mar con un cuenco en un agujero. Agustín quería comprender a Dios, algo imposible como lo que hacía el niño. La IA es como el océano. Nuestra mente es el cuenco del niño.  
 

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión. 

 

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Enrique Gómez Orozco
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