Perspectiva. La secta
“Prefiero ser nada antes que traicionar a AMLO”
Ricardo Monreal
Después de lo que sucedió el viernes pasado, llamado la noche negra, el líder de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, demostró el poder que tiene la secta encabezada por el presidente. Porque no se puede llamar miembros de un partido a quienes siguen órdenes ciegas del mesías, oráculo, padrino o jefe de jefes, como quiera llamarse a quien obedecen sus seguidores hasta la ignominia.
Durante dos años a Monreal le hicieron el feo en Palacio porque seguro no se plegó en algún detalle, en alguna consideración con el presidente o simplemente porque dijo que él iría en la boleta presidencial en tono desafiante. Se dice que impulsó la candidatura de Sandra Cuevas del PAN en la alcaldía de Cuauhtémoc donde perdió Morena. Pecado mortal.
Poco le duró la firmeza de carácter, la dignidad y todo lo que había dispersado sobre el distanciamiento con AMLO en cuanta reunión tenía. Hoy, disminuido y en su punto más débil del sexenio, dice estar contento porque lo invitaron a Palacio. En su frase de “prefiero ser nada que traicionar a AMLO”, entendemos que se refiere a no tener puesto alguno.
Apenas hace un año presumía que en Zacatecas el PRI lo bloqueó para llegar a la gubernatura y había ido con el PRD para ganar la elección. Ahora las encuestas lo ubican en la cola de las preferencias y en la Alianza opositora no tenía ninguna oportunidad de llegar a la candidatura.
La semana pasada Monreal mostró contradicciones vergonzosas. Había acordado con la oposición el nombramiento de dos comisionados que hacían falta en el INAI (Instituto Nacional de Acceso a la Información). El presidente le dijo: para atrás los fielders y rechazó su propuesta. El senador insistió en que se debía cumplir con el mandato legal de los nombramientos y el día en que AMLO dijo no, todos los acuerdos se cayeron. La intención de Palacio es borrar del mapa al molesto INAI.
Además permitió el paso de 20 leyes que nunca se discutieron, que los diputados y senadores de Morena jamás leyeron siquiera, en una actitud sectaria como no se había visto desde que el PRI perdió la mayoría. Todo por la orden superior del jefe de la secta.
Alguna vez creímos que Monreal podría ser un político independiente, con vocación democrática y al servicio del electorado. Con el viernes negro pasará a la historia como uno más de los pobres legisladores que trastocaron la vida democrática del poder Legislativo. De nada le servirá tener títulos y honores como abogado y maestro experto en derecho. Se puso de trapeador y su humillación le impedirá siquiera aspirar a la jefatura de la CDMX.
Cuando una organización política, un partido o un grupo pone todo en manos de un mesías, de un iluminado o de un líder político carismático, se genera una distorsión en el alma y la mente de los seguidores.
Hemos visto el daño que causan esos líderes sectarios carismáticos cuando tienen fieles en lugar de colegas; cuando sus seguidores veneran y santifican la imagen de un ídolo de barro. Marcial Maciel, Keith Ranieri, Fidel Castro, Kim Jong Un, Hugo Chávez y Jim Jones, (sólo como ejemplo) lograron el fanatismo extremo de sus seguidores con consecuencias funestas. Pobre Monreal, qué lástima nos da.
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