Perspectiva. La última enseñanza de Kissinger

El estilo de Henry Kissinger de hacer política era el pragmatismo extremo o la “Realpolitik”. Algo que muchos desprecian o toman como un mal moral, o algo indeseable en sociedades civilizadas, pero funcionó para terminar con la Guerra Fría y sacar a China de la miseria.

Kissinger se olvidó de la ideología anticomunista comenzando con un torneo de ping pong entre Estados Unidos y China hace medio siglo. Su visión convirtió a China en el país más capitalista del mundo, si tomamos en cuenta que ha generado la mayor cantidad de capital en el menor periodo de tiempo en la historia de la humanidad.

Como la vida y obra del diplomático norteamericano de origen alemán es extensa, vale la pena revisar ese pragmatismo en sus últimas opiniones, justo cuando iba a cumplir 99 años.

En mayo del 2022, a tres meses de iniciada la invasión de Putin a Ucrania, Kissinger sugirió que para terminar la guerra, para llegar a la paz, Ucrania debería de ceder algunos territorios disputados por Rusia, justo los que había invadido en 2014 como Crimea.

Las consecuencias de no llegar a una pronta solución traería graves problemas a largo plazo en Europa. Para él, sería un error estar en confrontación permanente con el Kremlin. Aislar a Rusia era un error. Eso lo dijo frente al Foro Económico Mundial  de Davos, mediante videoconferencia.

De inmediato representantes de Ucrania lo criticaron y una encuesta decía que el 84% de los ucranios estaban en contra de ceder territorio. La tesis de otros vecinos rusos era que si no se entregaba territorio, sería una invitación para que Vladimir Putin repitiera la guerra en los países bálticos.

Kissinger tenía razón. Por lo pronto se habría salvado la vida de unos 200 mil soldados ucranios, otro tanto de soldados rusos y miles de civiles muertos por la guerra. La infraestructura de Ucrania estaría intacta en su mayor parte y la economía no habría sufrido un retroceso del 40%. Los precios globales de los cereales no hubieran generado la inflación mundial en alimentos.

Estados Unidos, donde sobra pragmatismo, decidió enfrentar una guerra con soldados ajenos. Aunque le cuesta cien mil millones de dólares o más en armamento y dinero apoyar a Ucrania, no sufre bajas como sucedió en Afganistán.

La guerra no tiene para cuando terminar; el costo para Ucrania ha sido inconmensurable y Rusia sigue sacrificando soldados que no quieren ir a la guerra. Rusia también terminará mal. Porque no sienten que están salvando a su querida tierra de una invasión como lo fue durante la Segunda Guerra Mundial.

Es difícil argumentar sobre supuestos, pero podría suceder algo inusitado si Donald Trump gana la presidencia. Bajo su estilo arrebatado, sería posible que se plantara frente a Putin y Zelensky para forzar la paz. A Zelensky lo doblaría al no enviar más recursos y a Putin le advertiría que si no toma la oferta, se iría con todo en apoyo a Ucrania. A veces se necesita la audacia de un tipo como Trump para que las cosas se den. Nunca imaginamos que un presidente norteamericano se reuniera con Kim Yong Un, de Corea del Norte, como lo hizo Trump en Singapur.  

Claro, siempre hay el peligro de que un personaje atrabiliario como Trump, encienda una guerra.

 
**La única guerra válida en México es contra la abstención**  Vota, si no quieres perder.

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Enrique Gómez Orozco
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