Perspectiva. Mucho rollo y poca ciencia

 

“No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro”.

Federico García Lorca

Diego Sinhue Rodríguez tuvo la prudencia de administrar la salud en el estado sin la participación del Insabi. Destruido el Seguro Popular, López Obrador inventó la institución que fue un fracaso.

Guanajuato obtuvo mejores resultados que otros estados porque aquí se administran mejor los recursos. No estamos en Dinamarca, pero al menos no tuvimos la escasez de medicinas y la falta de atención del Insabi.

Ahora viene una prueba igual: la Secretaría de Educación Pública quiere que las niñas y niños tengan libros de texto cargados de su ideología. Sin preguntar, sin tener la menor idea de las necesidades reales de los alumnos, la SEP envía libros que no serán muy “útiles”.

México vive y vivirá la expansión capitalista más profunda de su historia, un fenómeno que abrirá oportunidades como nunca para quienes estén preparados. Como todo, la generación de capital, sin desarrollo humano, significa problemas de desigualdad, pobreza y marginación. Pero sin formación de ahorro (capital), jamás saldremos del subdesarrollo y la desigualdad.

Mientras otros países educan con sentido pragmático con las necesidades futuras en mente, aquí quieren un autoctonismo pintoresco. Aún no podemos echarle un vistazo a todos los libros, pero hay uno que pudimos ver en formato PDF. Se llama “Proyectos de Aula”. Según la introducción del libro para segundo año, está elaborado por expertos.

Una síntesis: muchísimo rollo y poca ciencia, con un lenguaje que será difícil de entender para los alumnas y alumnos con oraciones largas y palabras complejas. Algunas en Náhuatl. El acento en la diversidad sexual y el respeto a nuevas formas de convivencia, son un intento válido que, sin embargo, levantará debates interminables.

Según dicen expertos de la Secretaría de Educación de Guanajuato, desaparece el énfasis en las ciencias exactas como las matemáticas. Tal vez por defecto y vocación, nos gustaría ver libros llenos de retos nuevos que acerquen a los estudiantes al mundo de revolución cibernética, el código y la inteligencia artificial, hoy al alcance de cada uno de los 90 millones de celulares que hay en México.

Aunque el libro comienza con una cita de Federico García Lorca sobre la maravilla de los  libros, no hay variedad de lecturas recomendadas para el segundo grado, una edad fantástica para abrir los ojos al mundo. En 249 páginas hay cosas rescatables como la educación para la protección del cuerpo, la intimidad, la identidad y el espacio de respeto que merecen cada niña y niño.

Los antiguos libros de texto gratuitos, en los que millones nos educamos, tenían una gran calidad didáctica. Establecieron una base de conocimientos comunes sin mayores sesgos ideológicos (salvo los de la Revolución).

Es cierto que el mundo cambia para bien con mayor tolerancia y respeto a los derechos de género. Mejoramos lo que antes era inexistente como la educación sexual temprana y las iniciativas para desterrar el “bullying” o acoso violento en las escuelas. El proceso educativo es uno de humanización, civilización y preparación para un mundo interconectado. Una educación cosmopolita es preferible a una provinciana o chauvinista.

Imaginemos a China, Corea del Sur y Singapur (líderes en educación STEM, ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) sin la apertura a la universalidad del conocimiento. Hay que revisar libros de texto de otras naciones para comprender a quienes aspiraron, y lograron, salir del subdesarrollo.

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Enrique Gómez Orozco
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