Perspectiva. “Nunca +”

Después de medio siglo, las heridas del golpe militar en Chile no cierran. En una manifestación mujeres y hombres recitan una lista de hechos que “nunca +” deben suceder en su país.

“¡Nunca + cuerpos quemados, degollados; nunca + desaparecidos y ejecutados, nunca + niños robados, nunca + búsquedas sin respuesta, nunca + poblaciones entre rejas, nunca + cantos silenciados, nunca + odiarnos entre hermanos, nunca + ideas censuradas, nunca + personas prohibidas, nunca + el fin de la memoria, nunca + hermanos delatados, nunca + corazones traicionados, nunca + una dictadura, nunca + una dictadura!”.

En Chile, el dictador Augusto Pinochet desapareció a más de 3 mil personas, torturó y exilió a unos 200 mil. El golpe militar, como en Argentina, trajo sufrimiento indecible y la destrucción de la democracia.

Al escuchar el “nunca +” de las voces de una nueva generación, sentimos emoción porque cala en nuestra realidad. En México, los desaparecidos en un sexenio llegan a 40 mil, los homicidios a 165 mil, muchos de ellos degollados o quemados. Las búsquedas de los desaparecidos no tienen respuesta, ni siquiera sus familiares tienen la escucha o el apoyo de Palacio.

Lo de odiarnos entre hermanos es el sermón cotidiano de la mañanera, comenzando por la oposición a la que se desprecia y se insulta por el sólo hecho de ser eso, oposición. Las ideas son censuradas con amenazas veladas de que el poder “toma nota” de lo que dicen los medios independientes.

La memoria trata de sostenerse sólo antes del 2018 y nunca en las tragedias recientes provocadas por la administración. Qué decir de los corazones traicionados cuando nos dijeron que los militares cumplirían su deber desde los cuarteles; qué decir de los corazones traicionados por la falta de medicinas, de escuelas de tiempo completo o la destrucción del Seguro Popular o las obras en proceso de Texcoco.

¿Cuándo podremos salir a la plaza a decir: “Nunca + masacres y homicidios, nunca + feminicidios, nunca + desaparecidos”?

Es cierto que la violencia en Chile provino del golpe de Estado, de la aniquilación de la democracia. Aquí la violencia proviene de la incapacidad de gobernar, de una estrategia igualmente despiadada de “abrazos y no balazos”, de ausencia voluntaria ante la violencia. Somos el país más letal de latinoamérica, el más inseguro.

Podemos discutir el lado luminoso de la oratoria de Salvador Allende, mártir del golpe; también su incompetencia para gobernar que llevó a Chile al caos económico y social. Eso no justifica el golpe pero sí explica por qué la población aprobaba, la mano dura del dictador después de expropiaciones, inflación de 1000% en 1000 días o la parálisis de la producción agrícola. El desastre era tan grande que un país exportador agropecuario pedía ayuda de envío de granos a México para poder tener pan en la mesa.

Nunca + quieren los chilenos una dictadura y una traición como la de Pinochet, pero seguro que nunca + el populismo desorbitado de Allende que los llevó a la ruina.

Hoy su plegaria máxima es el cuidado de la democracia, la fraternidad y la tolerancia. Gabriel Bóric, el joven gobernante de izquierda y quienes le acompañan de su generación, saben que en la política del futuro lo más importante es primero la vida democrática y la negociación permanente de un futuro común.

Todos los chilenos saben que Chile es para todos y de todos, igual que lo quisieron así los presidentes Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera. También saben que los militares nada tienen que ver en la administración del servicio civil después de haber vivido bajo la dictadura. Si algo representa la memoria del golpe son los cascos y las boinas.

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión

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Enrique Gómez Orozco
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