Perspectiva: primera poda

El martes sucedió algo impensable durante el sexenio de López Obrador: el Gobierno federal y el Estado de México decidieron recuperar territorio y poder. Tundieron duro a la Familia Michoacana, grupo criminal que tiene apoyo en organizaciones sociales.

Omar García Harfuch, al frente de policías estatales, investigadores federales, la Guardia Nacional y miembros del Ejército enfrentaron una mini rebelión.
El sur del Edomex se convirtió en un territorio de extorsión, transporte controlado de taxis y camiones, donde una mafia controla el comercio y la economía con la asistencia de autoridades municipales. Un gobierno rapaz dentro de otro gobierno.

Una descripción perfecta de lo que dicen nuestros vecinos norteamericanos, gobiernos que al no poder o querer combatir al crimen organizado se unieron a él.

Esa tarea de rescate del poder la inicia la presidenta Claudia Sheinbaum en muchos lugares. En Sinaloa combate el reinado del Cártel de Sinaloa, ahora dividido en dos.

En Tabasco dio un golpe sensacional con tranquilidad y sin disimulo. Al descubrir al subcomandante de la llamada “Barredora”, Hernán Bermúdez Requena, la Presidenta intenta recuperar el territorio que era de Adán Augusto López, el más fuerte delegado de López Obrador. Es una especie de “quinazo” que inutiliza el poder del tabasqueño en el Senado. Aunque siguiera de líder, al ex secretario de Gobernación le queda claro quién manda en el país.

Algo semejante debió suceder con Ricardo Monreal, quien fue expuesto en uno de los hoteles más finos de Madrid. El líder de la Cámara dice que sus aspiraciones políticas terminaron. Agacha la cabeza porque sabe lo que le espera si la Presidenta publica mediante algún personero su riqueza.

La recuperación del país comienza por el ejercicio pleno e incontestado del poder presidencial. El estilo de Claudia comienza a imponerse en Morena. Por más que griten a Adán Augusto “no estás solo”, la verdad es que, en adelante, nadie se le acercará.  Es un político apestado y ahora sometido.


El alineamiento ha tardado. La nefasta política de inacción frente al crimen organizado cambió radicalmente pero toma tiempo. Tendrá grandes frutos. Chiapas no es noticia como antes; en Guerrero amainan las pugnas y los muertos; en Guanajuato los crímenes están a la mitad del último año de AMLO.


Sheinbaum no necesita declarar en contra de morenistas como Monreal y Adán Augusto, solo tiene que desatar fuerzas internas y de la oposición para ponerlos en su lugar.

Para los pejistas de cepa el enemigo a vencer es a quien se dio la tarea de pacificar al país: Omar García Harfuch, quien si lo logra, puede encabezar la candidatura presidencial. La carrera sexenal comenzó el mismo día en que Claudia tomó el poder. Dos poderosos quedaron tachados y muchos más están en un hilo como “Andy” López Beltrán.

Hay dos grandes frentes para la Presidenta, el lopezobradorismo y el gobierno de Trump. La doctora sí ha actuado con calma y cabeza fría. Ha dominado su temperamento fuerte y gobierna con gran popularidad. Hasta los más grandes detractores saben que necesitamos una Presidenta fuerte aunque también tolerante.

Siempre será preferible el presidencialismo que la anarquía del crimen organizado. Según el Comando Militar Norteamericano, el 35 % del territorio nacional está en manos de “narcoterroristas”. La recuperación ha comenzado. Causará rupturas políticas, incluso exilios o, en el extremo, detenciones.

La Presidenta hace realidad aquello de que el poder se puede delegar pero nunca compartir.

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Enrique Gómez Orozco
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