Perspectiva. Regreso a la Natividad

Pocas épocas tenemos como la Navidad para reflexionar en calma. Nuestra cultura occidental está cimentada en el valor cristiano del florecimiento humano a través de la natalidad. El mandato bíblico de “creced y multiplicaos, llenad la Tierra…”, apunta a esa misión de esparcir nuestra especie sobre la Tierra.
Lo grave es que, después de siglos de crecimiento, hay países donde la natalidad va en descenso. En Grecia, por cada ser humano que nace, fallecen dos. En casi todos los países occidentales la tasa de reproducción está por debajo de los 2.1 nacimientos por mujer, que es el número para no reducirnos.
Sin embargo, el problema no es sólo de un continente o un hemisferio: el mundo desarrollado perderá población en este siglo. Japón, uno de los países que llevan años en declive, pierde 870 mil habitantes al año. Pueblos vacíos en Italia, Grecia y otros países, parecieran señales de una civilización que comienza su extinción.

China, que era el país más poblado del mundo con mil 400 millones de habitantes, decreció el año pasado y seguirá su curva descendente. A finales de siglo -si no cambia la tendencia- podría tener un tercio menos de habitantes.
Más allá de los efectos económicos y sociales de la despoblación, más allá de las causas que originan el desinterés por engendrar y cuidar hijos, debemos saber que hay un suicidio lento de la especie. Sólo países como India, Paquistán, Indonesia y algunos africanos, mantendrán crecimiento demográfico en el futuro próximo.

México tiene 131 millones y las estadísticas dicen que llegaremos a 140 o 145 en unos diez años, después empieza el declive. A final de siglo podría haber muchos menos mexicanos de los que hoy vivimos.

Peter Drucker, el maestro de la administración y crítico de los fenómenos sociales, decía que no podía predecir el futuro salvo en lo que sucedería en Italia, por ejemplo: afirmaba que ese país se suicida: lo daba por hecho.

Aquellos que pronosticaban hace medio siglo que habría hambrunas, pobreza y guerras por falta de alimentos, estaban errados. El llamado “Club de Roma”, formado por intelectuales y empresarios prominentes, se equivocó. Al igual que científicos alemanes o planificadores occidentales. En los países donde presionaban a las parejas a tener un solo hijo como en China, ahora invierten en la promoción de la natalidad. Los estadígrafos creen que la humanidad llegará a 10 mil millones y luego descenderá. Eso no lo podemos dar por cierto. Con tecnología, la producción agrícola da para sostener hoy a 8 mil millones. Si crece la curva de producción alimentaria, el planeta podría contar con otros 4 mil millones si cuidamos el clima.

Seguro que podemos ser más y, aún así, vivir mejor. Parte de la solución será la incorporación y ayuda de miles de millones de robots en las faenas cotidianas. Ayuda que permitirá más tiempo para que las nuevas familias retomen el crecimiento de la especie. Hace 50 años preocupaba la sobrepoblación del planeta, hoy el apuro es su achique.

Esperemos que el milagro de la Natividad alumbre la esperanza de vida en el planeta.

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Enrique Gómez Orozco
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