Perspectiva: Sacar al gorila de Venezuela
El discurso de María Corina Machado, en voz de su hija Ana Corina Sosa, marcará un antes y un después en el destino de Latinoamérica. Tan solo escuchar en perfecto inglés la pasión heredada de su madre, el amor a su tierra y la firme creencia en los valores de libertad y democracia, conmueve hasta lo más hondo. Un abismo de distancia en cultura y categoría en comparación con el gorila Nicolás Maduro.
El dictador es un hombre sin preparación; además, no tiene conciencia de su ignorancia. Tan sólo escucharlo balbucear palabras en inglés nos da a entender su escasa educación. ¿Cómo llegó al poder? La receta populista de Hugo Chávez y la complicidad del Ejército venezolano lo mantienen encumbrado a pesar de haber perdido la elección con el doble de votos en su contra.
Es tiempo de que se vaya. Lo decide Donald Trump con todo el poderío norteamericano; lo decidirá el pueblo venezolano porque el viento ahora está en contra del socio-populismo. La incautación de un cargamento de petróleo en el Caribe es el inicio de muchas medidas que tiene la Armada Norteamericana para bloquear al gobierno de Maduro. Sabemos que se siente atrapado, que pidió 200 millones de dólares para jubilarse en otro país, aunque robó mucho más que eso.
El quiebre puede provenir de los militares. Un buen día pueden acordar con Trump dar un golpe de Estado a cambio de inmunidad política y económica. Dejarían que Corina Machado tomara el poder para restablecer la democracia y cambiar de rumbo político y económico hacia una sociedad abierta y libre. Eso cambiará todo en Latinoamérica. Los regímenes de Cuba y Nicaragua no tendrán dónde esconderse. El socialismo tropical de altísimo costo para los pueblos que gobierna tendrá que dejar paso a sociedades plurales, democráticas y capitalistas.
Argentina logró deshacerse del populismo peronista a través de las urnas después de años de fracasos peronistas, incluso el de la derecha que representó Mauricio Macri durante 4 años de fallida esperanza.
Los cambios dejan a México en un lugar muy incómodo, porque hay un ataque frontal al pluralismo democrático en el país, pero también hay la claridad de que, sin capitalismo, estamos perdidos. Parece paradójico que un gobierno antineoliberal busque afanosamente el libre mercado junto con Estados Unidos y Canadá. El invento del más neoliberal de los presidentes, Carlos Salinas de Gortari, hoy lo defiende un gobierno que se ha declarado enemigo del neoliberalismo y cercano a Nicolás Maduro y a Miguel Díaz-Canel de Cuba.
No hemos escuchado, en voz de la presidenta Claudia Sheinbaum, una condena a la incautación del petróleo venezolano. Esperamos que no tome partido por Maduro como lo hizo López Obrador en su momento. Sentimos los apretones de tuercas que hace Trump con el agua, los migrantes y los aranceles. Nuestra soberanía termina en un ducto de gas que proviene de Texas, en refinerías que nos suministran la mayor parte de la gasolina que consumimos. Se acaba con la dependencia de los granos y del capital extranjero.
Seamos claros: Estados Unidos puede dislocar nuestra economía en una hora y la política también con alguna incursión contra presuntos narcotraficantes. Trump y su “secretario de Guerra”, Pete Hegseth, no se tocarán el corazón para reventar con misiles a presuntos contrabandistas en México o donde los encuentren. Para ellos, es un show; para nosotros, la línea delgada de la soberanía.
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