Perspectiva. Tormento de Fuego (Segunda parte)

Aún los héroes cometen crímenes de lesa humanidad en la guerra. El odio es una sustancia incontenible que se derrama por todas partes cuando lleva a la venganza ciega. Pedir sensatez cuando terroristas sacrifican a ciudadanos indefensos como sucedió en Israel es casi imposible. Podemos recordar dos eventos que fueron más una venganza que un esfuerzo bélico.

Durante el 14 y 15 de febrero de 1945 la ciudad alemana de Dresde fue bombardeada por Inglaterra y Estados Unidos con una furia que destruyó todo y mató a miles de civiles. Los cálculos de los muertos varían desde 35 mil hasta 135 mil. Algunos historiadores creen que el ataque era innecesario para terminar la guerra y es visto como un castigo por todo el daño que los nazis habían infligido a los aliados. Los alemanes lo llaman Feuersturm o “tormento de fuego”.

Otros ataques igualmente controvertidos fueron el lanzamiento de miles de bombas incendiarías en las principales ciudades de Japón al final de la guerra. Luego, el ataque con la bomba atómica a Hiroshima y Nagasaki, en donde mataron a más de 150 mil habitantes.

Visto al paso del tiempo supimos que Alemania y Japón estaban derrotados, no era sensato castigar y quemar a inocentes. Tampoco se conocía el tamaño del Holocausto perpetrado por Hitler contra 6 millones de personas indefensas del pueblo judio de Europa. El genocidio más grande de nuestra era.

Israel tiene el mayor dilema de su historia: cobrar venganza de las atrocidades cometidas por Hamás al pueblo palestino indefenso o atender la petición del presidente Joe Biden, y del mundo entero, de no incendiar la zona con un ataque indiscriminado en el norte de Gaza. Pesa en el ánimo del pueblo judío y los israelíes el secuestro de 150 ciudadanos indefensos; pesa en su alma la infamia cometida por una secta fanática del Islam que cobró 1,300 vidas inocentes.

El conflicto se ha extendido en la diplomacia a Colombia porque Gustavo Petro, su presidente, compara al ejército israelí en Gaza con los campos de exterminio nazi. Además de confrontar a Colombia con Israel, Petro abre la puerta a un conflicto político y económico con la víctima inicial del terrorismo de Hamás. Colombia tuvo su grave dosis de terrorismo durante el combate de cinco décadas contra la guerrilla del FARC, el ELN y el M-19, sobre todo cuando fueron alimentados por el narcotráfico. El propio Petro perteneció al M-19.

Condenar el terrorismo de Hamás y pedir que Israel contenga su “tormento de fuego” contra los habitantes de Gaza está bien, lo que es una barbaridad es comparar a Israel con los asesinos nazis del Holocausto. La soberbia de Petro no le permitió moderar sus dichos. Ahora pasarán años para que Israel y Colombia tengan una relación de armonía. Petro pintó una raya más a su maltrecho mandato político.

Para México será una lección el mal gobierno de Benjamín Netanyahu, populista de ultraderecha que ha dedicado su vida a sembrar odio interno en el pueblo israelí. Al terminar la guerra la gente comprenderá que buena parte del problema fue la polarización interna de la política. Eso les quitó la serenidad para estar pendientes del enemigo externo, del verdadero peligro representado por Hamás y no por el Poder Judicial de su nación al que quisieron atar de manos, como sucede aquí.

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Enrique Gómez Orozco
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