Perspectiva. Un estado diferente

"(Pero) siendo muy claro que hay dos irreductibles que no vamos a ceder: el ex Alcalde de Monterrey no va a ser Fiscal, porque escogió ser político y no queremos un Fiscal político; y por otro lado, no vamos a dejar que se rasguñe el presupuesto que con mucho empeño estamos teniendo para tener obra pública por 102 mil millones de pesos."

Samuel García, gobernador de Nuevo León.

Uno de los beneficios de la democracia es la vigencia de una verdadera federación, donde cada estado tiene libertad de ser gobernado como mejor convenga a sus ciudadanos. Consideramos a Nuevo León uno de los lugares más avanzados en ese empeño.

El estilo de Gobierno federal es un intento de regresar al pasado priísta donde todas las decisiones provienen de un presidencialismo exagerado, sin embargo hoy México es otro. Muchos estados tienen independencia de gestión. Jalisco, Nuevo León, Estado de México, Coahuila y los estados del Bajío no tienen que plegarse a las decisiones centrales porque sus gobernantes son de oposición.

Pueden llevar una relación prudente con Palacio sin obedecer órdenes o políticas retrógradas. Lo más importante, pueden desprenderse de las prácticas añejas de corrupción, clientelismo y asistencialismo que dominan en el sur.

A Nuevo León hay que seguirle los pasos porque ahí se concentra buena parte de la modernidad del país. No quiere decir que Samuel García, su gobernador, sea un líder extraordinario o un joven iluminado, por el contrario, es un hombre preparado que va aprendiendo el oficio. Lo importante es que las instituciones crecen por la pluralidad. García no puede tronar los dedos al Poder Legislativo porque no tiene mayoría, tampoco puede mandar sobre el Poder Judicial. Tiene que negociar.

El proceso puede ser largo pero al final cada paso es un ladrillo que construye una fortaleza llamada institucionalidad. Dice Samuel a los legisladores: “parecemos borrachitos de cantina”, por los dos desacuerdos: le quieren poner de Fiscal a Adrián de la Garza, su ex contrincante priísta a la gubernatura, y recortar su presupuesto de infraestructura por 102 mil millones de pesos.

Que el fiscal sea su contrincante político no está mal aunque parezca una afrenta de la mayoría opositora (PRI-PAN). Si los fiscales, contralores y auditores son puestos por la oposición, sería un paso directo a la lucha anticorrupción.

Lo más sorprendente es que Samuel tenga un presupuesto de 102 mil millones para infraestructura. Tan sólo en 2023 esperan invertir 17 mil millones de los 140 mil que tendrán de presupuesto. A pesar de tener 90 mil millones de deuda, Nuevo León amplía proyectos para agua, metro y seguridad pública. Con el tiempo la deuda se hará chiquita y los ingresos públicos no dejarán de crecer por las inversiones privadas nacionales y extranjeras, además del impulso de infraestructura que logre Samuel.*

En 2019, cuando comenzaba el sexenio, la incertidumbre que generó la destrucción del aeropuerto de Texcoco, los ataques a los empresarios y las contrarreformas a la generación de energía, golpearon el ánimo de todo el país. El impacto fue mayor en Nuevo León, cuna del capitalismo del norte.

Samuel no tiene tiempo para detenerse en conflictos con el presidente López Obrador. Viaja por el mundo adquiriendo experiencias y contactos de inversionistas; habla de frente y en muchas ocasiones se equivoca como la vez que dijo que de él no dependía el agua ni la electricidad. Luego rectifica. Si construye una historia de éxito, si se desprende de los usos y costumbres del pasado, tiene asegurada su participación en la contienda de 2030.

Con información de El Norte y el portal de nl.gob.mx

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Enrique Gómez Orozco
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