Política de espectáculo
La política se ha convertido en un espectáculo, los significados de la comunicación política se desvanecen en interpretaciones ideológicas, imperativas, que más que invitar a la política, ordenan su tipo, se ha perdido el sentido de la izquierda política, consideran que su llegada al poder es una deuda dialéctica, por su parte, la derecha política sufre amnesia, de la misma manera, consideran que su ingreso al poder es para sepultar las revoluciones y entronizar las evoluciones, ambas posiciones viven el desconcierto, prefieren convertirse en narcisos, están más atentos en los medios de comunicación que los artistas propios de la farándula, su trauma es que siempre son menos famosos. Por su parte, el pueblo bueno sigue pagando con su trabajo, impuestos, valores, comportamientos de las ocurrencias y de sus vanidades, la comunicación política se ha transformado en un espectáculo, cada día más degradante de la real política.
Desde luego que los mercados que odian las izquierdas están en las propias carpetas mediáticas de sus campañas políticas, la comunicación política se coloca desde una vidriera muy estética para consumos ficticios, son preferibles los placeres de espectadores pasivos que la confrontación respetuosa, conceptuosa, argumentada, motivada fundada con la realidad, con el mundo de la pluralidad. Con esa inercia, los auditorios prefieren la fogosidad teatral de los debates tipo de boxeo en los que las palabras deberán noquear al adversario para el griterío del buen pueblo, un cuadrilátero simbólico en el que sobresalen los malavéricos del lenguaje, los mascarones emocionales, la gestualidad y la corporalidad pomposa que muestra el pujilato del debatiente que vasorea, subsume, humilla siempre al otro.
Un espectáculo en que se exhiben destrezas aprensiones astucias, una suerte de caras y gestos de juego televisivo, los problemas sociales urgentes inaplazables se quedan en el cartapacio de los olvidos, y esas son las consecuencias de un debate de tipo mediático, odian grandemente al neoliberalismo y se comportan como esenciales neoliberales.
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