Por una internet segura
Taylor Swift fue atacada en días pasados, cuando se difundió material pornográfico creado con inteligencia artificial utilizando su imagen. Se trata de deepfakes, es decir, imágenes falsas, que pueden ser fijas o en movimiento, que han sido manipuladas digitalmente para mostrar a alguien en una situación en la que no estuvo. Son imágenes tan realistas que pueden darse por ciertas. Hay algunas muy divertidas, como la imagen de un Tom Cruise rejuvenecido que baila una canción de Lady Gaga, que es falsa, pero no hace daño. Hay algunas muy graves, como estas imágenes de Taylor Swift que se generaron y difundieron en distintas plataformas digitales.
Claramente, ni ella ni persona alguna merece estar en una situación como esa. El caso abre varias preocupaciones y reflexiones. De entrada, esto se volvió un escándalo cuando las imágenes ya se habían vuelto virales en X —antes Twitter—; pero presuntamente habían circulado antes en entornos cerrados, como grupos en aplicaciones de mensajería instantánea. Por otro lado, sorprende el hecho de que se lograran publicar esas imágenes, cuando se supone que las plataformas tienen normativas y mecanismos para evitarlo, sobre todo si consideramos que otras personas han sido sancionadas al subir fotografías o pinturas bastante más simples, propias o de obras de arte.
Además, la reacción de X fue tardía, se dio de baja una cuenta cuando habían pasado muchas horas y una de sus publicaciones tenía más de 47 millones de vistas, también se bloquearon temporalmente las búsquedas con el nombre de la cantante para evitar que las imágenes siguieran circulando; a esta medida se sumaron otras plataformas, como Facebook e Instagram[1]. Algo bellísimo fue la reacción de las comunidades de fans, las y los swifties que intervinieron rápidamente con el hashtag #ProtectTaylorSwift y optaron por tácticas creativas para llenar las redes de imágenes lindas de la cantante, para contrarrestar las falsas[2]; ya habíamos visto esas tácticas en México, ante el caso de Ingrid Escamilla.
El caso de Taylor Swift detonó discusiones sobre los aspectos legales para proteger a las personas, la regulación de las plataformas y la necesidad de que estas cuenten con mecanismos más efectivos para garantizar entornos digitales seguros para todas y todos.
Paradójicamente, este martes 6 de febrero se celebra el Día Internacional de Internet Segura[3]. Esta iniciativa, que surgió en la Unión Europea y se extendió al resto del mundo, busca concientizar sobre la necesidad de una internet más segura y mejor para todas y todos, especialmente para niñas, niños y adolescentes, que son más vulnerables ante los riesgos y no cuentan con los recursos, la visibilidad, los vínculos y las comunidades de fans para contrarrestar los ataques.
Una internet más segura requiere mayores y mejores mecanismos en las plataformas digitales, para que los contenidos falsos y peligrosos sean detectados y removidos oportunamente; también para que las grandes corporaciones tecnológicas se comprometan a cuidar la privacidad y la gestión de los datos. Una internet más segura requiere también marcos normativos que protejan a las personas usuarias, sin que eso se vuelva una excusa para atentar contra la libertad de expresión en los países. Tristemente, las necesidades de legislar se aprecian hasta que hay casos muy graves y muy visibles, en una lógica más reactiva que propositiva. Una internet más segura necesita mucho trabajo de alfabetización digital crítica para todas las generaciones. El entorno tecnológico es fascinante cuando experimentamos la creatividad y las posibilidades. La ética debe ser el centro de todo si es que pretendemos seguir siendo seres humanos.
Les invito a que esta semana realicen pequeñas acciones, para hacer de las redes un entorno más seguro para ustedes y quienes les rodean.
Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión