Posverdad en el siglo XXI
Hay un término que aún no ha encontrado una carta de ciudadanía, por decirlo de alguna manera, que es la posverdad. El término posverdad inicia con el siglo aunado a la sociedad de la comunicación, esto ya en el siglo XXI cuando está el momento apropiado para encontrar cierta popularidad, la posverdad es algo que está relacionado o que denota circunstancias de hechos, objetivos que se conforman y se confrontan dentro de la opinión pública con las apelaciones a la emoción y esencialmente a las creencias personales.
La política de la posverdad está definida como una confianza en afirmaciones que parecen verdaderas, pero que carecen de base de sustento para poder ser convincentes. A menudo dichas afirmaciones normalmente no se verifican y tienen escasas repercusiones para los responsables.
Por eso es que las campañas electorales, en medio del nuevo modelo de comunicación política, que es el modelo virtual, el modelo de la velocidad de la luz, tiene grandes confusiones porque se pierden los argumentos y se encuentra la manera de la posverdad. Ahí lo hemos tenido con las notas, que todos los días los cibernautas están produciendo y ahí hay que identificar a quien hace un ejercicio de compartir información adecuada con aquellos que solamente están, digámoslo, condenando, degradando la acción humana, la persona humana y fundamentalmente la política
La posverdad tiene un denominador común: apela a las emociones y a la intuición antes que a los hechos y las palabras. Las noticias falsas y las teorías de la conspiración se convierten en fenómenos virales en cuestión de ya no de horas, sino en cuestión de minutos, en cuestión de instantes, creando realidades alternativas y sirviendo a propósitos de propaganda.
Y en política esto ha generado un golpe o un daño casi irreparable al que solamente la acción humana, hombres y mujeres que respetan, quieren y cuidan a la política, podrán salvarlo.
Para ello, una manera (desde mi punto de vista) es la creación de una pedagogía pública que permita que se expresen de manera adecuada los políticos y que no recurran al camino anti ético de la falsedad y de la mentira.
Parece que es en este momento imposible, pero yo creo que en los ciclos de la sociedad humana siempre se ha tenido un esfuerzo por ser y garantizar un mundo mejor. Hasta José Alfredo nos lo pidió, un mundo más bonito que el nuestro.
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