Prudencia política
La discusión pública en México se ha polarizado y casi todas las polémicas terminan en dos días, dos días que se han vuelto permanentemente excluyentes, basta con que una de las partes opine o realice una actividad para que los oponentes la califiquen inmediatamente como equivocada.
Este es un camino que suele llevar a ningún lado, una forma de romper esta inercia consiste en deliberar intensamente y hacerlo con prudencia. La gobernadora Tere Jiménez se ha mostrado solidaria con algunos de los grupos que rechazan la distribución de los libros de texto, pensando que así piensan todos los aguascalentenses, sin medir que solo ha dialogado con el obispo, con organizaciones católicas y una fracción empresarial que no ha congeniado nunca con lo que venga de la 4T. No la he visto hablar con los maestros o con especialistas de las universidades, y menos como partidos políticos de oposición, especialmente con la dirigencia local de Morena. Ha favorecido a los inconformes sin considerar a los padres de familia que no forman parte de esta polémica y que lo único que quieren es que sus hijos reciban una educación de calidad.
Cuando la líder del Poder Ejecutivo se presenta con auditores masivos, actúa como militante de un partido más que como representante de todos los aguascalentenses, incluso de los que defienden la entrega de los libros. Cuando ha tenido más tiempo, su actitud se serena y las declaraciones que hace son de otro tipo. Sabe que la negativa para distribuir los libros tienen consecuencias legales y también de capacidad de respuesta para sustituir los textos rechazados.
Todo esto ha dejado intacto el ambiente polarizador con pocas dosis de prudencia política, en una prudencia que se construye sobre la base de un principio de unidad y no de enfrentamiento, de diálogo con todas las partes, no solo con las que piensa que son sus aliados, la prudencia política es esencial en un buen gobernante, una virtud que consiste en poner los medios necesarios para la solución de casos concretos y aplicando principios en situaciones tan complejas como cambiantes.
Ignorar la prudencia conduce al desconcierto y confusión entre los participantes de la acción política, por eso, su ejercicio es vital para conservar la estabilidad política y desterrar la incertidumbre o la atención.
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