Replantear la Feria de San Marcos

Dos sucesos de diversa índole marcaron este fin de semana nuestro estado. Ambos lamentables aunque con muy diferentes dimensiones. El incendio en la Sierra Fría en que según habitantes de la Conjoga, no obstante que se dió el aviso a las 10 de la mañana, hasta las dos de la tarde llegaron los cuerpos oficiales para combatirlo. Desorganizados, con equipo insuficiente, con desconocimiento de la tarea, sin una buena logística, de pilón con un helicóptero no equipado y que con sus sobrevuelos avivaba el incendio. Los voluntarios en su mayoría del ejido Progreso y de la Conjoga a los que sí les duele más la sierra, trabajaron esforzadamente. Un golpe de viento que fue un golpe de suerte reorientó el incendio y se pudo controlar. La lección es que, al parecer no se tiene la infraestructura, las herramientas, los elementos y la capacitación para atender estos imponderables.

El segundo fue el impresionante asesinato de un joven en pleno centro de la Feria, a unos pasos del Casino, en medio de una riña numerosa en que salieron a relucir armas blancas y un cuchillo descomunal de alguien que iba preparado para asesinar, no se explica de otro modo el tamaño del arma que cargaba. La riña fue justo en uno de los sitios etiquetado como “punto seguro” por la policía, ¡qué ironía!. Aún cuando los medios de comunicación locales fueron bastante discretos, al extremo de que algunos fueron convencidos de quitar los videos del hecho, la nota cundió en los medios nacionales, con más o menos efectismo. Algunos líderes de opinión claman por el endurecimiento de los controles porque estos hechos les afectan sus negocios, otros, lamentarán la muerte y la violencia y la falta de valores. 

Las autoridades policiales hasta donde el interés superior de los ingresos le permiten, llámese permisos, licencias, concesiones, derechos, donativos forzados (documentados y sin documentar), han intentado operar con un plan de seguridad. No se puede hacer mucho, con guardias nacionales que andan haciendo turismo, militares impreparados para estos menesteres, helicópteros que funcionan más como escenografía y una muchedumbre embrutecida por el alcohol y otras drogas, con la circunstancia adicional que estos incidentes se crean, desarrollan y tienen su desenlace en segundos. 

Es tiempo de replantearnos la Feria, este esquema de hacerla en el centro de la ciudad con múltiples accesos no vigilados, con un consumo incontrolado de alcohol, imposibilitado de revisar a todos y cada uno de los feriantes, que además ya no son la gente buena ni todos buenos visitantes, está agotado. Aguascalientes cambió, México cambió, el mundo cambió. La Feria necesita cambiar antes de que tengamos desgracias mayores que lamentar.

Es todo por hoy, hasta una próxima...si la hay.

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Jesús Eduardo Martín Jáuregui
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