Roja directa por opinar
Las declaraciones de "El Chicharito" pertenecen a la polémica más común en la discusión pública: la libertad de expresión, condición sine qua non de cualquier debate. Si bien, la manifestación de opiniones en medios impresos, audiovisuales y plataformas digitales es un derecho fundamental de toda persona, quien la ejerce debe asumir responsabilidad.
El espacio público, según Jürgen Habermas (1996), "designa un territorio de nuestra vida social donde se forma la opinión pública"; hoy las redes sociodigitales constituyen el estadio principal donde se disputa la razón sobre algún tema en específico. Para opinar responsablemente se debe entender que nuestra participación en el diálogo multidireccional y de largo alcance que permiten los dispositivos tecnológicos, hace a cada punto de vista susceptible al VAR del escrutinio masivo, justo como le acaba de ocurrir al futbolista criticado por sus dichos sexistas.
Es fácil confundir la funa, la cancelación, el doxeo y otras formas poco deseables de escarnio posmoderno con la censura; sin embargo, no hay que perder de vista que esta última impide la exposición de ideas antes que siquiera se produzca, es ejercida por el Estado o figuras con el poder suficiente para silenciar a las voces disidentes y suele encontrarse prohibida en contextos democráticos.
Apelar a la libre expresión como si fuera un salvoconducto para decir cualquier cosa evadiendo la responsabilidad posterior, no es muy útil, pues dicha libertad parte de la premisa de que todas las opiniones —sí, todas— inunden el espacio público, incluidos los discursos incómodos, chocantes, molestos, hirientes u ofensivos (OEA, 2017) pues se considera pilar en una democracia plural en donde se puedan deliberar los asuntos públicos y fiscalizar a las autoridades; no obstante, ningún derecho es absoluto y los límites a la libre manifestación buscan proteger un bien preciado para nuestra sociedad: la dignidad humana. Por eso las leyes —y las redes— penalizan los discursos homófobos, el odio racial y la violencia de género.
Diversas iniciativas para regular la comunicación han sido discutidas en México, en materia de tecnologías, telecomunicaciones y radiodifusión, así como en el plano discursivo como la propuesta para sancionar, en el ámbito local, los mensajes asociados a organizaciones delictivas en vía pública. En todos los casos, deben analizarse las repercusiones en el ejercicio de la libertad ciudadana de expresarse. El desafío de los Estados consiste en equilibrar de manera proporcional este derecho con la tutela de otras libertades fundamentales, evitando tanto la censura como los contenidos perjudiciales.
Lo cierto es que prohibir una opinión no hará que sus fundamentos desaparezcan, por ello es importante que además de la movilización en torno a lo simbólico, se cuestionen las estructuras que sustentan lo que nos incomoda.
Fuentes consultadas:
-Habermas, J. 1981. Historia y crítica de la opinión pública. Barcelona: Gili.
-OEA. Organización de Estados Americanos. 2010. Marco jurídico interamericano de la libertad de expresión.
Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión.
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