Taras primitivas
El mundial de futbol que se llevará a cabo en Qatar implica un choque ideológico entre lo más primitivo del oriente medio y la formación sociocultural occidental. Desde ya, diversas asociaciones defensoras de los Derechos Humanos están al pendiente de las formas en las que los turistas coexistirán con las rígidas normas tradicionales del islam, que van desde los códigos de vestimenta hasta la obligación de que los hombres sean tutores de las mujeres y decidan por ellas. Ni hablar de temas de la diversidad sexual e identidad de género.
Esta mentalidad primitiva, subyacente en el folclor tradicional y en el canon religioso, no es exclusiva de oriente medio, ni su análisis tiene que ver con algún tipo de islamofobia. En Estados Unidos, la zona del cinturón bíblico padece la misma tara primitiva que explica en buena parte el ascenso del populismo de derecha encarnado por Donald Trump y el sector más reaccionario del partido republicano. Lo mismo en América Latina, por ejemplo, Brasil, con el cristofascismo de Jair Bolsonaro, que expresa lo más primitivo y peligroso de la política.
En México, por nuestra parte, la ultraderecha es una tara que no se ha podido erradicar y que sigue en el intento de influenciar la vida pública mediante presiones a las legislaturas y los gobiernos, en detrimento de la civilidad, la laicidad, y los derechos humanos. Como muestra, dos ejemplos sencillos y actuales: en la pasada marcha de defensa al INE, algunos colectivos aprovecharon la calle para expresar consignas contra el presunto “comunismo” del presidente, o a favor de Viva Cristo Rey. Es decir, la expresión pública de lo primitivo.
No sólo eso, en estos días se lleva a cabo en la CDMX la Conferencia de Acción Política Conservadora, auspiciada por radicales del Partido Republicano pro Trump. En este evento se han producido varias perlas. Comparto un par: primero, el exhorto a impedir la toma de protesta de Lula Da Silva en Brasil; y segundo, el destape del actor y militante anti derechos humanos Eduardo Verástegui como posible candidato presidencial en México para 2024. Es decir, hablar de Qatar y sus taras implica también hablar de nuestra propia condición primitiva.
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