Tlaxcaltecas

En la historia humana se ha repetido un fenómeno usual en la dinámica de las alianzas y las traiciones políticas ante un poderío dominante: cuando un grupo ejerce el poder hegemónico en un territorio, siempre habrá sectores de la población que le apoyen y otros que se le opongan. Pero la dinámica cambia cuando, en esa lucha de poder, interviene una fuerza externa que goza del apoyo de los sometidos.

Este fenómeno no es nuevo. En la Grecia Clásica, entre el 356 y el 346 antes de nuestra era, las ciudades de la península Helénica se dividían entre las que apoyaban y las que se oponían al expansionismo intervencionista del rey macedonio Filipo II. Así, no había una sola postura ideológica griega ante la intervención: los atenienses se oponían a la hegemonía macedonia, los Tebanos la apoyaban, y los Espartanos fueron indiferentes a formar una liga de resistencia militar. Al final, Macedonia derrotó a las ciudades griegas, y arrasó con los que se le opusieron.

El mismo fenómeno ocurrió en la Península Ibérica al inicio del Siglo VIII. En ese tiempo, el poder lo ostentaba la dinastía Visigoda, ejercido por las distintas ramas de ese grupo. Para entonces, los musulmanes ya avanzaban por Europa. A la muerte del rey Vitiza se nombró sucesor a su hijo Akhila, pero parte de la nobleza visigoda no aceptó el nombramiento, y cundió una guerra civil para imponer como rey al duque Rodrigo. Así, la parte de la nobleza visigoda que apoyaba a Akhila pidió ayuda a los musulmanes de África, que ya avanzaban por la Península Ibérica, lo que devino en la conquista árabe de lo que hoy es España.

En lo que ahora es nuestro país, ocurrió un fenómeno similar durante la conquista española. El Imperio Mexica sometía a varias poblaciones, entre ellas al señorío de los Tlaxcaltecas. Así, a la llegada del ejército invasor, Tlaxcala colaboró con los españoles para librarse del yugo mexica. Esto derivó en que los españoles arrasaron con todas las culturas originarias, incluyendo a los colaboracionistas de Tlaxcala.

Este fenómeno mantiene factores comunes: primero, en un territorio ocurre un conflicto entre un grupo que ostenta o busca ostentar el poder hegemónico, contra los grupos que se le oponen. Segundo, a ese territorio llega una fuerza bélica extranjera, igual o mayor, que la que ostenta el poder hegemónico. Tercero, los opositores a la hegemonía realizan alianzas con la fuerza extranjera a fin de liberarse del dominio local. Cuarto, los colaboracionistas se liberan del dominio local, pero quedan sometidos por la fuerza extranjera. Quinto, la fuerza extranjera expande su intervencionismo, y agrupa nuevos territorios a su imperio.

Este recuento histórico puede servir para la reflexión, en un contexto mexicano en el que el voraz y brutal expansionismo norteamericano, encabezado por el locuaz y abusivo Donald Trump, busca intervenir en nuestro país, que ahora está gobernado por un grupo hegemónico al que, por distintos motivos, se le oponen diversos grupos. Así, vale preguntar a quienes se oponen al actual régimen ¿Hasta dónde podrían actuar igual que los Tebanos, que los visigodos de Akhila, o que los Tlaxcaltecas, ante el intervencionismo extranjero; y qué consecuencias podría traer esto en la realidad política actual?

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Alan Santacruz
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