Trampas, engaños e impuestos
Hace días nos amanecimos con un albazo de los diputados de Morena, del Partido Verde y del PT que por sus pistolas decretaron aumentos de impuestos, entre otros, a 26 productos, servicios, licencias y hasta boletos de entradas a museos, como el de Antropología en la ciudad de México, sencillamente porque las finanzas del gobierno andan mal y en lugar de ser más eficientes, honrados y austeros, la salida fácil es castigar más al ciudadano.
Vamos a poner las cosas en su contexto adecuado. Decía Benjamín Franklin que "en este mundo nada puede considerarse seguro, excepto la muerte y los impuestos", y es verdad, por eso se llaman impuestos y todos debemos pagarlos, aunque no nos guste.
Pero en el caso de este paquete aprobado hay varias trampas y engaños que la gente debe conocer.
La primera es que, como seguramente saben muchos de quienes nos escuchan, la mayor parte del presupuesto se está aplicando para pagar las pensiones, becas y subsidios para mujeres, niños, niñas, viejitos, estudiantes y un largo etcétera, y conforme pasan los años el dinero alcanza menos porque el 54% de los mexicanos que trabajan no pagan impuestos, salvo el IVA, porque están en la informalidad, o bien porque la economía mexicana no crece y, si no crece, el gobierno recauda menos impuestos y va a ser más difícil seguir con esos programas de subsidios.
Pero entonces se produce lo que yo llamo un engaño circular porque del dinero que reparte el gobierno, un dinero que por cierto no es del gobierno sino de los contribuyentes que pagan impuestos, una parte la va a levantar cobrando más impuestos a bienes como los refrescos.
Por ejemplo, actualmente el impuesto para los refrescos es de 1 peso con 64 centavos por litro, pero ahora va a ser de 3 pesos con 08 centavos por litro, lo que representa un aumento del 87 por ciento. Entonces, si una persona es de las que toman 1 litro al día y recibe una pensión de 3 mil pesos al mes, ahora le va a devolver al fisco unos 700 pesos. O sea, que de esa pensión el gobierno le quitará más dinero. Es decir, un engaño circular: te doy ahora pero te quito mañana.
La segunda trampa es que el contribuyente espera que con los impuestos que paga reciba mejores servicios públicos. Y eso no está ocurriendo: según el INEGI el 63% de las personas en el país dice que percibe mayor inseguridad pública, el 83% se queja de baches en las calles y avenidas, el 67% reporta fallas y fugas en el suministro de agua potable y el 60% señala que el alumbrado público es insuficiente. Ni qué decir del desastre en los hospitales públicos o el desabasto de medicamentos el cual reportan casi 6 de cada 10 mexicanos. Por tanto, ¿pagar más impuestos para recibir peores servicios o de plano no recibirlos? Es criminal.
La tercera trampa es que, como ya dije, con ese dinero también tendrán que pagar la crisis en la que están Pemex, la CFE y otros organismos públicos en los que se gastaron carretadas de dinero y que no son autosuficientes ni rentables. Y la cuarta es sin duda la corrupción gubernamental, acerca de la cual todos los días estamos viendo evidencias de que se ha vuelto crónica, sistémica e interminable.
En suma, es hora de frenar este desastre que lastima a las familias de menores ingresos y que impide que el país salga adelante.
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