Una flor no tan mexicana
“Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”, es quizás la frase más famosa atribuida al presidente Porfirio Díaz. Misma frase que ha retomado en varias ocasiones el presidente López Obrador, en encuentros tanto con su homólogo estadounidense, así como con altos oficiales del gobierno de nuestro vecino país del Norte.
Haciendo honor a la verdad, cada vez que el presidente López Obrador la ha utilizado, al menos de manera pública, la ha modificado diciendo “Bendito México, tan cerca Dios y no tan lejos de Estados Unidos”. Y es que independientemente del contexto en que sea utilizada dichosa frase, la realidad es que es innegable lo mucho que compartimos con la Unión Americana, principalmente los poco más de tres mil cien kilómetros de frontera.
Ahora bien, el día de hoy quisiera aprovechar este espacio para contar un hecho de nuestra Historia patria, que tiene relación directa con los estadounidenses y afecta de cierto modo algo muy propio de nuestra cultura.
Estamos ya en el último mes del año y eso significa que han comenzado ya las fiestas decembrinas, época llena de simbolismos y tradiciones. Y es precisamente propio de estas fechas el uso de una planta originaria de nuestro país para uso decorativo: la flor de nochebuena.
Otro nombre que recibe esta planta es “poinsettia”, y esto se debe a un estadounidense de nombre Joel R. Poinsett, quien fue embajador de los Estados Unidos en México; e independientemente de las nefastas intenciones y acciones en contra de nuestro país del personaje en cuestión, lo cierto es que éste la registró con su apellido una vez que la exportó a territorio estadounidense.
Por lo que resulta en verdad curioso, y tal vez ofensivo para otros, el que una planta muy mexicana, en botánica lleva el nombre de un estadounidense que le hizo mucho daño a nuestro país.
Ahora bien, este próximo jueves, 8 de diciembre, estaremos celebrando en México el Día Nacional de la Nochebuena, efeméride que fue establecida para resaltar la importancia cultural y dar a conocer el origen mexicano de esta flor; algo verdaderamente irónico, pues su conocimiento mundial se debe gracias a la propagación de un estadounidense que le dio su nombre.
Entonces ahora cada vez que usted vea una nochebuena durante esta temporada de fiestas decembrinas, recuerde que a pesar de ser muy mexicana, también es muy estadounidense, un ejemplo claro de lo que hoy conocemos como “apropiación cultural”. Probablemente tenía razón el general Díaz, “pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.
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