Una mentira eficaz
Todas las mañanas, ya se nos hizo costumbre y lo comprobamos, que en el ámbito político la mentira tiene una eficacia mediática sin precedentes, y en el caso de todos los días, las cotidianas mañanitas están empujadas por el poder gubernamental nada hay más peligroso que una acción contraria a la verdad.
El tema es muy claro; las palabras, el escenario, y desde luego la persona que sostiene verdades y realidades inventadas, decir mentiras es una industria de enunciados a modo de un arte de gobernar, una nueva manera mediante un discurso que esquiva la verdad y empobrece los hechos, deja mucho más empobrecido todavía las posibilidades de un conversatorio, del diálogo, pues desaparece uno de los interlocutores válidos para la comunicación porque es pasivo, solamente escucha.
Se pierde la oportunidad del diálogo y consecuentemente el consenso de solo escuchar, verdad y mentira son una realidad de la comunicación política, se condicionan, el predicado no mentir enuncia una mentira, podrá ser indolencia, analfabetismo, dicho enunciado oculta, destruye falsea los hechos que se presumen. La mentira produce efectos de verdad en la ignorancia, sobre todo en la ignorancia política, se empoderan desde un atril que cotidianamente con birrete y kazuya, enjuicia, condena, basurea, perdona, condona, maldice, en ese modo jurídico no hay derecho de audiencia, no hay presunción de inocencia, no hay carpeta de investigación, pero sí empoderan los dichos en los discursos de todo tipo en la vida social, esas discusiones cotidianas, se ven afectadas por este modo de comunicación, una mentira oficial se enuncia y nutre las redes sociales y a un sinfín de robots que en términos comunicativos multiplican la mentira y su afán de hacer la verdad en la magia de los vínculos mediáticos, mientras el discurso, de verdad, no alce la voz, la mentira se hace eficaz.
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