¿Vale la pena la democracia?

Una de las cuestiones en que ponemos menos atención es si la democracia vale la pena o no. Todos los índices en el mundo suelen exhibir habitualmente el desencanto, la desafección, la insatisfacción con la democracia: cuando uno pone estas frases en el buscador de Google, arroja, 1.5 millones de resultados, pero al mismo tiempo hay un fenómeno paradójico porque, las tasas de participación electoral, es decir, la gente que va a votar, oscilan entre el 56% en Japón. Por ejemplo, hasta el 87 88% en Suecia o Bélgica y más o menos el 58 60% en el caso de México.

Parece haber distintas explicaciones o aproximaciones a este problema, por ejemplo, si bien bajo todos los indicadores el mundo es mejor que hace 100 años, la percepción es distinta. Una encuesta previa a la pandemia mostraba que en Suecia solo el 10% pensaba que las cosas estaban mejorando el 6% en Estados Unidos y el 4% en Alemania, pero entre las generaciones jóvenes que no vivieron los periodos de transición, entonces la disyuntiva, democracia y libertades contra dictadura y autocracia contiene valores que ya los dan por sentados, y la política o el voto a esas generaciones jóvenes sobre todo, les dice poco o nada. Es decir; su mapa mental, su norte va por otro lado, expectativas insatisfechas, oportunidades, individualismo, entre otras cosas, y quisieran que todos les cayera del cielo (el empleo, el bienestar sin esfuerzo ni mérito) y eso sencillamente no es posible ni ahora ni antes. Si los jóvenes quieren vivir mejor, pues que trabajen más y mejor

Ese es el contexto en que viviremos en 2024 el super ciclo electoral: casi 100 países van a celebrar elecciones este año, la mitad de los cuales serán presidenciales o de jefes de gobierno cerca de 2.000 millones personas estarán habilitadas para ejercer su voto y el superciclo electoral se desarrollará en un contexto complejo e incierto marcado por la polarización, por el populismo, por la corrupción como vemos en México, entre otras cosas. En suma: desafíos súper complejos, es decir, que no tienen una sola respuesta correcta ni una sola línea de meta clara.

Estamos entrando a vivir en una especie de sociedades post democráticas donde ni las instituciones ni los partidos importan e incluso una especie de democracia mediada por los algoritmos, los datos, o la inteligencia artificial. Entonces la gente va a manifestar su opinión o su decisión todos los días en tiempo real, en las redes sociales sobre cualquier tema, o sea una forma de votar. De manera que cuando llegue la jornada electoral, y vaya a las urnas, si es que va, no hará más que convalidar una decisión que ya tomó previamente. Ahí es donde digo que quizá pasaremos a ser una especie de sociedad post democrática, donde la libertad, la justicia, los principios, podrían perderse para siempre.

Si no queremos que eso ocurra, tenemos que considerar y conservar los valores que todavía tenemos, y más nos vale acudir a las casillas el próximo 2 de junio, porque será la única herramienta que nos quedará para defender la propiedad privada, el empleo, la educación, o la salud, antes de que el gobierno de Morena, que ha sido un desastre, acabe con lo poco bueno que queda de México, y que la democracia esté en la antesala de la tragedia.

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión

 

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Otto Granados
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