Vamos mal y pinta para peor

El célebre filósofo guanajuatense José Alfredo Jiménez, entre su basta producción, tiene una bonita canción titulada “No me amenaces”, que dice, entre otras cosas: “ya estás grandecita, ya sabes lo que haces”. Me acordé de la canción la semana pasada a propósito del sainete protagonizado por el senador Armenta, presidente del Senado de la República, y de la presidente de la Suprema Corte de Justicia, la ministra Norma Piña.

De no creerse, la ministra, con razón fastidiada por la campaña en su contra liderada por el presidente de la República, y su condal, ya se sabe, “lo que hace la mano, hace la tras”, por la bola de lambiscones, cuya tarea más importante es estar al pendiente de lo que dice y precise, para apresurarse a alabarlo. ¿Y cómo no?, atacar a los que él ataca, desde cualquier ciudadano clase-media, hasta el presidente de Estados Unidos, pero siempre respetando a Donald Trump, al que quién sabe por qué le guardo sus frijolitos.

La ministra, digo, le mandó un mensajito cursillón y mamila, al senador en el que le recriminaba su acción y sus ataques: “¿Después de lo que hace sería capaz de mirar a los ojos a sus hijos?”, por supuesto que el senador contestó que sí, ya se sabe que para ser buen político, hay que tener como los cocodrilos, una cola larga, un hocico grande, una piel muy dura, las lágrimas a flor de ojos, y una mirada impasible para mirar sin pestañear a los hijos, a los adversarios, a los cómplices.

Dicen que en la política los amigos son de mentiras y los enemigos son de verdad, pues nada, el senador ofendidísimo, eso dijo, y asustadísimo, supongo, hizo público el mensaje: “La ministra me sacó la lengua, me amenazó y la voy a denunciar penalmente”, hay que decir que el senador y su tribu, el presidente de la Cámara de Diputados, están en competencia a ver quién se arrastra más para lograr que el dedazo del Peje, lo unja como gobernador de Puebla, ahí está el detalle. El senador hizo gira por radio y televisoras autofestinándose, donde que, esta mañanera, el presidente le dirigió un mensaje: “párale a tu tren, lo estás haciendo mal”.

Es una pena que con su actuar revanchista y su actuar autocrático, el presidente haya politizado la función de la Suprema Corte de Justicia y a su presidenta, la ministra Norma Piña, que no ha hecho sino cumplir con el papel que la Constitución le genera.

Vamos mal, y pinta esto, para peor.

 Hasta la próxima, si la hay.

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