“Viaje a la Memoria. Un recuento personal”
Estos últimos días tuve la oportunidad de leer el último libro publicado por el Mtro. Otto Granados Roldán, mismo que lleva por nombre: “Viaje a la Memoria. Un recuento personal”. Obra que narra en primera persona la trayectoria del exgobernador de Aguascalientes en sus casi cuarenta años de servicio público.
Es importante reconocer el valor que tiene el libro, pues sin lugar a dudas se trata de una lectura obligada para toda la clase política aguascalentense, pero en particular, para todos aquellos jóvenes que quieren incursionar en la política.
Debo reconocer lo enriquecedor que resultó para un servidor el haber leído a Otto Granados en esta especie de examen de conciencia, pues no es algo común el hecho de leer en las memorias de un ex gobernante un acto de plena sinceridad al contar los hechos del pasado en los cuales se fue protagonista desde una óptica reflexiva y no en búsqueda de la gloria perdida.
Dentro de los muchos temas que narra el autor respecto a su vasta experiencia en la política nacional, local y en el servicio exterior mexicano, destacan por supuesto las anécdotas y memorias como titular del Poder Ejecutivo del Estado de Aguascalientes; así como las decisiones difíciles que tiene que tomar un gobernante en completa soledad, así como asumir las consecuencias políticas y quizás históricas de esas decisiones.
Una de esas decisiones es el conformar al equipo de trabajo, algo que no es tarea fácil, particularmente en una partidocracia como la que tenemos en este país, debido a los compromisos políticos que por añadidura tiene cualquier persona que ostente el poder. En este tenor el autor cita al expresidente de los EE.UU. Lyndon Johnson sobre su postura respecto al entonces poderosísimo y por ende peligroso fundador de la FBI, J. Edgar Hoover: “Si hay un elegante suelto en la selva, prefiero tenerlo dentro de la carpa orinando hacia fuera, que orinando hacia dentro”.
Con dicha cita el autor hace referencia a todos aquellos priistas de la vieja guardia que tuvo que incluir en su equipo de trabajo como gobernador, probablemente dando a entender, que aunque a la largo habrían de estorbar en su proyecto, era mejor tener al enemigo dentro de casa enfocando sus talentos perversos hacia afuera, a que contaminaran al equipo desde fuera.
Lo anterior me hace reflexionar sobre el lastre que resultan ser los compromisos partidistas, derivados la mayor parte del tiempo de la capacidad de acción que llegan a tener los grupos fácticos de poder al interior de cada partido, en el momento de la campaña, sabiéndose merecedores de un lugar privilegiado en el nuevo gobierno, de ganar las elecciones.
Y es precisamente esa disyuntiva la que pone sobre la balanza la necesidad de buscar apoyo de todos los grupos internos de un partido, para poder garantizar un triunfo electoral; pero que al final del día no podemos olvidar que hay quienes siempre han buscado el poder por el poder y otros que si ven en el servicio público una vocación de servicio.
Lo que es obvio, dentro de los partidos hay de todos y para todos, sin embargo, no me gustaría nunca estar en los zapatos de un candidato ganador al estar ensamblando el equipo de trabajo y tener que involucrar a personas que no solo no te van a ayudar, sino más bien serán una piedra en el zapato durante el gobierno.
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