¿Y qué nos dejan a nosotros?
¿Qué tan lejos tengo que retroceder en la memoria?
Lo primero que se me viene es el volumen de cuentos de ‘El té de Proust’, de Norman Manea, que me trajo mi hijo de la FIL, hace casi una década. Había leído, en un suplemento de libros español, un elogio del escritor rumano, entonces recién anunciado como ganador del Premio FIL de Literatura, tras lo cual mi hijo viajó, con sus entonces compañeros, a la Feria del Libro de Guadalajara: le encargué lo que encontrara de Manea, me trajo ‘El té’, lo recibí agradecido, lo abrí con interés y luego lo encontré indigerible.
Hay que recordar que el Premio FIL a las Lenguas Romances, fue en su día el Premio Juan Rulfo… Aquí viene una historia de mezquindades en el que no voy a abundar. Total el galardón perdió el nombre de Rulfo y quedó como quedó.
Eso me lleva a Juan Marsé, quien fue premiado en 1997, de lo que me enteré por una llamada. No porque yo tuviera vela en ese premio, ni mucho menos. Yo de ‘Juanito’ Marsé había leído ‘Ronda de Guinardó’, más por la circunstancia de que yo entonces vivía muy cerca de la mentada ronda, que es una vía de circunvalación que transcurre, todavía, muy cerca de mi apartamento de entonces, a lado del Hospital de Sant Pau (que irónicamente fue donde murió Marsé).
Recibí una llamada del que era mi jefe de la oficina de Madrid: ‘Marsé ganó el premio de la FIL’ (todavía Rulfo). No era una llamada informativa, sino una orden para localizarle y entrevistarle, lo que me ponía en un aprieto. Yo sabía quien era Marsé: el autor de un libro que había leído y autor de una novela, cuyo argumento fue adaptado para una película que había visto (‘El amante bilingüe’), pero poca cosa más. ¿Cómo iba yo a dar con ese señor?
Existían las Guías Amarillas, porque eran los tiempos en que existían los teléfonos en las casas y casetas telefónicas en las esquinas. Tomé la mía, busqué en el apellido Marsé, llamé a los tres o cuatro Juan Marsé que había allí enlistados, con la buena ventura que uno de ellos era el mismísimo Juan Marcé Carbó que estaba buscando. Se dejó entrevistar, que es un decir: es un honor, estoy abrumado, Juan Rulfo, usted sabe, es… Escribí lo que pude con las cuatro frases que obtuve y lo envíe a la agencia para la que trabajaba. Punto.
Hay que retroceder un poco más, a aquel viaje por la Europa del Este que hice en 1989, que me llevó a Kiev, a Lubil y a Cracovia, a Praga, a Budapest, a Liubliana, para terminar el recorrido en Údine, ya más de este lado del mundo.
Dejando de lado que cada vez estoy menos seguro de haber hecho tal viaje, o de ser aquel que lo realizó, o lo imaginó, lo cierto es que en una encrucijada decidí no bajar hasta Bucarest, que en ese año de 1989 (yo hablo de mayo, de junio), vería caer la tiranía de Ceausescu (fusilado en la Navidad de ese mismo año).
Avanzo en la memoria hasta la Feria del Libro de Madrid del año pasado, donde con la compra de dos novelas de Gospodinov (este búlgaro), incluyendo la deslumbrante ‘Novela natural’, Impedimenta me regaló: dos separadores de libros y un cuadernillo con un capítulo de la última novela de Cartarescu (‘Theodorus’, sobre el espurio emperador etiope).
Hace días di con un libro de relatos de Cartarescu, rumano también él, a mí entender y gusto más legible que Manea, y me entero, porque de esas cosas apenas me doy cuenta hoy en día, Premio FIL de Literatura en el 2012 y desde hace años parte de la lista de los favoritos al Nobel.
No voy a hacer la reseña del libro, que para más señas se llama, en rumano: ‘Ochiul cáprui al dragostei noastre’ (ahí se los dejo de tarea), pero que tiene un relato titulado ‘Bucarest’, donde se queja de no haber nacido y crecido ni en la Dublín de Joyce, la San Petersburgo de Dostoievski, el Buenos Aires de Borges, a la Alejandría del ‘Cuarteto’ de Durrell (yo solo conozco el ‘Balthazar’) y cuenta que se preguntaba, soñando ser escritor, cómo lograrlo habiendo nacido en una ciudad tan sin chiste como ¡Bucarest!
¿Y qué nos queda a nosotros? ¿Acaso escribir la historia de celos y venganza de las elecciones para el Poder Judicial, o un thriller, lleno de corrupción y ruindad, sobre lo de la mentada desaparición de unos cuantos millones de pesos en una insigne institución?
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