Amenaza a Norma Piña

El 9 de marzo, el padre Alejandro Solalinde nos espetó severo cuestionamiento a alguien que está comunicativamente fallecida y a una mujer que representa al Poder Judicial mexicano. Grave situación desde mi punto de vista.

Creo que el subjetivismo lleno de hedonismo es el placer que siente Alejandro Solalinde por provocar aspectos que dañan a personas bajo el prurito de “yo digo las cosas como son”.

Las cosas no son como las plantea Solalinde, porque se metió en el terreno social y político, más allá del evangelio que le toca respetar. Hay dimensiones esenciales en el trabajo ministerial, en el que él cumple y no tenemos nada que decir, pero de ahí a meterse -agresivamente- con amenazas, es algo realmente preocupante en el ambiente de la paz y la tranquilidad del pueblo mexicano.

Una amenaza es el acto de intimidar a alguien con el anuncio de la provocación de un mal, y el padre Solalinde amenazó a Norma Piña con causarle un mal a su persona y a su honor. Yo entiendo que no habrá querella, y en caso de que lo haya, deberá ser perseguida de oficio. Pero desde el punto de vista de la ética, la amenaza es una forma de evidencia con expresiones tangibles. Claro, la amenaza altera las capacidades operativas de Norma Piña, pues fue violentada por Alejandro Solalinde.

La responsabilidad ética nos dice cuando menos dos cosas, primero: recuperar para la víctima el valor de su persona, de su honor y profesionalidad.

Sabemos que la primera minoría no la quiere, pero como mujer de Estado, se ha encontrado a la altura que México requiere. Y segundo: provocar en la comunidad una empatía ante la amenaza de que fue víctima Norma Piña.

Alejandro Solalinde dijo, refiriéndose primero a la señora Walas,  "Qué suerte que no tuvo que enfrentar lo que le espera a Norma Piña." Lo que sigue son expresiones con lo que entendemos (y lo respeto) que el padre está muy comprometido, pero de ahí a darse la facultad de amenazar a quien representa el Poder Judicial es altamente lamentable.

Ojalá que el Estado mexicano en su autoridad le pueda llamar la atención.

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