Carta abierta a quienes votaron por el PRI-PAN-PRD
¿Creíste que estaba cerrado? ¿Pensaste que Xóchitl iba a ganar? Puede que sea culpa de tu algoritmo, sí, ese que hace que estés todos los días cada vez más tiempo en redes sociales.
El pasado 2 de junio, se llevaron a cabo las elecciones más importantes del país, no solo por la cantidad de gente que participó, sino por lo que significaban. En estos comicios resultó ganadora Claudia Sheinbaum, del partido Morena, quien será la primera mujer presidenta de México. La victoria fue contundente, con una diferencia significativa, confirmada tanto por el PREP como por el conteo rápido.
Una victoria que para muchos parece irracional, que no corresponde a la cantidad de gente que vimos en las casillas, a las manifestaciones públicas en contra de la continuidad del gobierno que ella representaba. ¿Cómo es esto posible?
Lo que pasa es que vivimos en una era donde los algoritmos juegan un papel crucial en lo que consumimos y cómo lo percibimos. Estos algoritmos filtran la información de manera muy precisa, mostrándonos exclusivamente aquello que queremos ver, reforzando nuestras creencias y sesgos. Por eso, para muchos, el resultado parece una locura, algo irracional e imposible de comprender. Nos hemos alimentado de información que ha sido seleccionada específicamente para nosotros, creando una burbuja que distorsiona nuestra percepción de la realidad. No eres el único, somos muchos, y no solo estamos sesgados en temas político-electorales. Lo estamos en prácticamente todo.
La situación es tan relevante, tan riesgosa, que debería motivarnos a desconectarnos un poco de las redes sociales, a buscar menos exposición, a cuidar más nuestra privacidad y proporcionar menos información personal. Al entender cómo funcionan estos algoritmos y cómo manipulan nuestras percepciones, podemos empezar a cuestionar la veracidad de la información que consumimos.
Lo que nos ocultó nuestro algoritmo no es poca cosa, es una realidad que es cruda, que es triste. Es la realidad que decimos que sabemos, pero que cuando tenemos que enfrentarla somos incapaces. Es la realidad de que existen al menos dos Méxicos. Un México que es mayoría y que aprueba el camino por el cual va el presidente. Ese es el México que no se preocupa por el autoritarismo, que no ve problema en que el gobierno tenga mayoría en el Congreso, que es indiferente ante la falta de medicinas, y que acepta la corrupción que han tenido el presidente y sus hijos. Este es el México que muchos, incluyéndome, creímos que era mucho más pequeño.
Está también el otro México, ese que afirma que para apoyar al presidente y a Morena uno tendría que ser cómplice de la corrupción o tendría que ser muy ingenuo. Ese México que prefiere volver a votar por el PRI sin reconocer que fue el caldo de cultivo para el problema que hoy vivimos. En ese México creemos que el libre mercado, la separación de poderes y el camino por el que íbamos no era tan malo.
Los que habitamos en ese segundo México debemos, al menos hoy, reconocer que es imposible que 6 de cada 10 mexicanos sean corruptos, o ingenuos, por no decir tontos.
Tenemos que reconocer que los mexicanos, todos, ellos y nosotros, tenemos una visión distinta de lo que queremos del país, y ubicarnos en una posición de superioridad no hará otra cosa que seguirnos alejando, seguir creando brechas que son utilizadas por quienes sí son corruptos.
Por mi parte, aunque sigo creyendo que la democracia está en riesgo, que la economía está mal y que el camino del socialismo propuesto por este gobierno es equivocado, tengo que reconocer que me equivoqué. Que México tiene una cara que no conozco del todo, y mi tarea durante los próximos meses, tal vez incluso años, será tratar de entender ese México.
Invito a que este ejercicio lo hagamos todos. Que apoyemos al Instituto Nacional Electoral, que no nos sintamos tentados a hablar de un fraude que sabemos que al menos en las urnas, en las elecciones organizadas por los ciudadanos, no existió.
Los invito a que identifiquemos qué es eso tan grande que no somos capaces de ver, eso que le da carta blanca al gobierno para quitarle medicinas a los niños con cáncer, lucrar personalmente con proyectos gubernamentales y ocultar información.
Antes de pensar en el futuro de México debemos entender el presente. ¿Qué fantasma es el que ellos ven que nosotros no? ¿Qué es más grande que las mentiras, la falsedad y el robo, que el mexicano prefiere todo eso?
Y mientras buscamos esa verdad, que hoy el resultado electoral nos demuestra que existe, lo invito a que la busquemos cuidándonos mucho de nuestro algoritmo, ese que nuevamente, nos puede hacer creer que vivimos en una burbuja que no existe.
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