Componentes de un idílico gabinete

Una de las características de países desarrollados y de las sociedades civilizadas por supuesto, es que pueden sucederse los cambios de gobierno con suavidad, prácticamente sin sentirse, al menos ante los ojos del público, esto no es algo fácil, pero depende de que existe una cultura de respeto por la función pública, una arquitectura institucional, más o menos eficiente, robusta y un servicio civil, también más o menos profesional, que le da soporte y continuidad a la acción del gobierno.

El problema empieza cuando uno, como fue mi caso, en tres décadas debe seleccionar el equipo y esto es algo que nunca deja satisfecho a nadie, por un lado consiste en acertar en relación con los perfiles que se necesitan y por otro, con los planes y acciones que uno desea instrumentar.

Si la sinergia entre las dos cosas resalta, es decir, los planes y los perfiles, lógicamente uno va de gane pero dar con eso no es fácil y cada quién tiene su estilo, la verdad es que este es el ejercicio más difícil, subjetivo e incierto al principio.

Lo primero es que el público probablemente quisiera ver que los altos funcionarios, fueran un conjunto de querubines bajados de los cielos, inteligentes, modestos, simpáticos, honestos, capaces, preparados, experimentados, guapos y un largo etcétera, con todas las virtudes imaginables.

Eso sencillamente no se encuentra en ninguna parte del mundo y que bueno, porque los países se volverían ingobernables, el alma humana es lo que es, tal nivel de pureza no está hecho para regímenes políticos, ni para sociedades humanas imperfectas y terrenales como las que tenemos hoy en día en cualquier parte.

Lo segundo es que tampoco puede ser un conjunto de robots compuesto por los mejores cerebros, técnicamente hablando, porque su trabajo tendrá que ver con una multitud de imponderables políticos, económicos o sociales que uno jamás imagina, pues la acción de gobierno se expresa todos los días en el terreno de la dura realidad y de la condición humana.

La tercera limitación, particularmente en estos tiempos es que, con excepciones no abunda la gente brillante que quiera trabajar para el gobierno y me temo con justificada razón, porque a veces es una actividad ingrata, mal pagada, poco reconocida y en muchas ocasiones frustrante.

La cuarta, es que ningún gabinete es para siempre y hay que identificar desde el comienzo quienes pueden ir creciendo, fogueándose y aprendiendo para que sean cartas de reemplazo en su momento, por lo tanto hay que tratar de seguir un método, para ensamblar un grupo, que en la medida de lo posible, reúna idealmente cinco características; competencia, inteligencia, capacidad de ejecución, honestidad y lealtad, si además es bien visto, en términos de reputación pues mejor y si también cuentan con algo de inteligencia emocional, entonces estamos cerca del mejor perfil.    

Como se puede comprender fácilmente esta es una tarea complicada porque se trata de seleccionar mejores seres humanos y más importante, porque el criterio que debe prevalecer no es para complacer a la galería, sino para cumplir con sus funciones, solucionar problemas y dar resultados.

Estas son algunas ideas en donde muchas partes ayudan a armar un gabinete inicial que como ya he dicho, siempre se mueve entre lo deseable y lo posible, ahora bien, mantener la ecuanimidad ante el equipo tiene lo suyo, en toda administración se genera el primer círculo, el segundo, el tercero y así sucesivamente y todos compiten entre sí, sobre todo siempre se ven tentados a abusar de su posición en función en el círculo en el que están y el poder en el que esto implica y pueden dañar seriamente al gobernante, pero además hay un ciclo fatal dentro de los equipos, normalmente empiezan como amigos, más tarde se agrupan como aliados unos con otros y unos contra otros, luego son ya abiertamente competidores entre sí y finalmente terminan como enemigo y todo esto no ayuda al líder, es un proceso patológico en muchas ocasiones, pero debo confesar en que todo este marco analítico, uno no lo  tiene tan claro cuando empieza, sino en lo que se va aprendiendo con el tiempo, la experiencia y la necesidad de cambiar en ocasiones las ruedas del tren mientras está en marcha.

Por otra parte, es indispensable saber qué rasgos o características demanda cada posición, evidentemente no es lo mismo dirigir una oficina, digamos noble, que otras, donde los cambios no solo son inevitables, sino indispensables, porque existe un proceso natural de cansancio y de desgaste que los vuelve disfuncionales en un determinado momento.

Pues bien medido contra esta armadura de piezas y de componentes, un primer gabinete siempre va a ser heterogéneo, pero el objetivo es que también sea funcional y eficaz, sería ideal por supuesto que un equipo se desempeñará como una orquesta sinfónica, pero esto es algo imposible en política, sin embargo una buena dirección de orquesta, puede lograr que al menos todos sigan una misma partitura, de otra forma, los músicos durarán poco. 

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión

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Otto Granados
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Otto Granados, Gobierno, Gabinete, Opinión

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Componentes de un idílico gabinete

Editor Redacción

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