Es cierto que se oye mejor decir “mi hijo el licenciado, mi hija la ingeniera” y cosas así, pero ya no es el pasaporte automático para una buena trayectoria laboral y profesional.
Lo que México necesita no es especular a tontas y a locas sino tener una política exterior profesional, coherente, inteligente, práctica y efectiva con quien es y será nuestro vecino de por vida.