Contexto de la sucesión presidencial

La sucesión presidencial de 2024 está cada vez más cerca, y el tiempo corre adverso; tanto para el grupo en el poder, como para los grupos opositores al régimen. En este contexto, la Suprema Corte de Justicia de la Nación admitió para su dictamen la controversia constitucional impulsada por el Instituto Nacional Electoral sobre el llamado Plan B con el que el ejecutivo buscó modificar las normas electorales del país, en detrimento de la autonomía política y financiera del INE.

Esto implica que los procedimientos y normas electorales quedarán temporalmente como estaban antes de la reforma, hasta que la corte dictamine sobre si dicha reforma es violatoria o no de los derechos políticos y electorales de la población. Este era un momento que se veía venir, dado el desaseo y la falta de consenso con el que el legislativo aprobó los cambios legales electorales. Aunque el hecho es importante, esta es sólo una de las partes del contexto político actual.

Las otras partes del contexto van, desde los escándalos de corrupción que el gobierno federal debe enfrentar por el desfalco millonario en Segalmex, derivado de compras fantasma, contratos incumplidos, y proveedores pantalla, que suman una afectación al dinero público por miles de millones de pesos; hasta los conflictos y fricciones diplomáticas que el gobierno mexicano mantiene con Estados Unidos por cómo Norteamérica lucra políticamente con nuestros múltiples problemas respecto al Estado de Derecho, la Seguridad Pública y los Derechos Humanos.

Otra parte es cómo el grupo en el poder utiliza la política nacional para posicionar o deslegitimar a los aspirantes para suceder al presidente en 2024. Esta batalla intestina dentro del partido en el gobierno ha tenido afectaciones en el manejo de las acciones del gobierno federal, sea por impulsar o por frenar el avance de las llamadas “corcholatas”. Así, las campañas del canciller, la jefa de gobierno, y el Secretario de Gobernación, se han priorizado sobre los problemas nacionales.

Peor aún. Los partidos representantes de la oposición tampoco han atinado a converger en liderazgos reales, representativos de las necesidades de la población, ni en objetivos alcanzables dentro de la realidad política que representen una opción competitiva para la sucesión presidencial. El tiempo corre adverso y, como siempre, los grandes damnificados de la política serán las poblaciones históricamente más vulneradas. Nuestro país ya no está para caudillos, sino para plataformas políticas plurales y efectivas que vayan más allá del discurso.

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Alan Santacruz
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