Crecimiento económico 2025, entre el alivio y el estancamiento

Estamos a un mes de cerrar el 2025 y, como cada año, es momento de reflexionar no solo sobre lo que hemos recorrido, sino también sobre lo que viene. En materia económica, esta reflexión es especialmente necesaria.

Todo apunta a que el crecimiento económico de 2025 no superará el 0.5%. Es un avance modesto, considerando las expectativas de crecimiento de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público e incluso lo proyectado por distintos organismos internacionales. Aún así, se trata de un resultado mejor al previsto a inicios de año, cuando no se descartaba que la economía entrara en recesión. Ese escenario pudo evitarse, en buena medida, gracias al dinamismo que mostraron ciertas actividades económicas, como las primarias.

Sin embargo, el balance no deja de ser preocupante. La economía mostró señales claras de agotamiento hacia el tercer trimestre del año, es decir, entre los meses de julio a septiembre. La estimación oportuna del PIB, el indicador que nos permite conocer qué tanto crece o no la economía, reveló una caída 0.3% en este periodo. Este desplome responde, principalmente, a la caída de casi 3% en las actividad secundarias – minería, generación y suministro de energía y agua, construcción y manufactura – que acumulan varios trimestres en terreno negativo. 

En contraste, las actividades primarias —agricultura y ganadería— han resistido mejor las dificultades del año y crecieron 3.6% en el tercer trimestre. Las actividades terciarias, que incluyen comercio y servicios, continúan avanzando, aunque a ritmos moderados y estables.

Para el próximo año, el panorama no cambia demasiado: se espera un crecimiento cercano al 1.5%. Y los riesgos siguen sobre la mesa. Las amenazas arancelarias, la debilidad de la inversión privada, la revisión del TMEC, la persistencia de la inflación subyacente, la entrada de nuevos impuestos a productos específicos, la fragilidad del consumo interno y las movilizaciones del sector agropecuario seguirán presionando el desempeño económico.

En conclusión, la economía no cerrará el año mal, o al menos no tan mal como se temía. Habrá crecimiento este año y también el próximo. No obstante, sortear la coyuntura no es lo mismo que avanzar. La economía mexicana ha logrado mantenerse a flote, pero sin una estrategia de crecimiento sostenido que realmente mejore las condiciones de las familias, de las empresas y del propio gobierno. De cara a 2026, los desafíos serán prácticamente los mismos; la diferencia dependerá de si seguimos reaccionando a la coyuntura o si finalmente decidimos construir una política económica capaz de impulsar un crecimiento duradero.

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Dafne Viramontes
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