Declive educativo
Por donde quiera que se vea, la combinación del desastre educativo ocurrido en estos años, los efectos de la pandemia y la incompetencia de los responsables de las políticas educativas, se convertirá en una verdadera tragedia para la formación de los niños, para sus ingresos económicos futuros, y en suma, para su trayectoria profesional y laboral a lo largo de sus vidas.
Decir que en este sentido México y sus estados podrían tener una y quizá dos generaciones perdidas no es una exageración, sino simplemente una dura realidad.
La primera conclusión es la baja en el acceso a la educación, una encuesta muy reciente del INEGI reveló que en los ciclos escolares 2020-2021 y 2021-2022, la población no inscrita en todos los niveles escolares, es decir, desde preescolar hasta educación superior, alcanzó una cifra récord de entre 19.4 y 22.3 millones respectivamente, y de los casi 2 millones de personas que nunca habían asistido de la escuela el mayor porcentaje, es decir, el 83.5% se concentra en el grupo de tres a cinco años, el nivel escolar más decisivo en toda la trayectoria educativa de cualquier persona. Esto quiere decir que, millón y medio de niños, o sea, el equivalente a la población completa de Aguascalientes, no tendrá oportunidades de una buena vida ni de salir de la pobreza.
El segundo fenómeno, particularmente interesante, es que la migración de la escuela pública a la privada y en menor medida al revés se está produciendo, por ejemplo, de los 445.000 niños y jóvenes que se mudaron el 54% lo hizo de la escuela pública a la escuela privada y el 46% en sentido inverso, pero lo más interesante es que en el primer caso más del 40% dijo que se mudó de escuela porque quería una educación de mejor calidad, la lección en este caso es que quienes puedan pagarla se irán, por la sencilla razón de que perciben que la escuela pública es mala, que los maestros son malos y que la educación que reciben es mala.
El tercer factor, igual o más grave que los anteriores, es que los niños aprenden cada vez menos y aquí los datos son alarmantes, déjenme darle dos: según una investigación de la Universidad Iberoamericana, muy reciente recién publicada, entre 2018 y hasta la fecha, el porcentaje de niños de primaria con nivel insuficiente, es decir, que no saben, ni pueden, ni entienden los contenidos básicos en lenguaje, subió 21% y en matemáticas 19%. Y los de prepa salieron peor, el 33% resultó insuficiente el lenguaje y casi 20% en matemáticas, esto significa que esos niños y jóvenes no pueden leer ni entender un texto simple o que no pueden distinguir un triángulo de un rectángulo ni medirlo correctamente.
La conclusión es que según otra evaluación que se hizo en seis estados muy parecidos a Aguascalientes, se calcula que entre el 70 y el 84% de los estudiantes necesitan una atención urgente para remediar, al menos, en parte, esa situación.
Finalmente, es claro que esa crisis afecta más a quienes menos tienen y lo peor del caso es que por ningún lado se advierten esfuerzos inteligentes, diseños eficaces de política pública y acciones de emergencia para recuperar, al menos, una parte de los aprendizajes perdidos, antes bien, parece que estamos regresando a los malos hábitos, a los malos modelos de gestión y a las peores y más corruptas prácticas e institucionales y sindicales, si esto no se corrige a tiempo el fracaso educativo será irremediable.
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