Desastre de magnitud nacional

No cabe duda que los desastres naturales hacen visible la pobreza extrema.

Sin duda, un fenómeno natural que se convierte en un desastre de magnitud nacional, como el caso de Otis, de grandes proporciones, nos ha tenido a todas y a todos los mexicanos muy preocupados. Las acciones, programas y medidas deberán ser implementadas dentro de un fondeo con recursos previstos en presupuestos ordinarios, ahí nace la primera crisis, porque no están establecidos presupuestos para esta naturaleza, y hay que improvisarlos de manera emergente.

También nos hemos dado cuenta que los fondos que deberían estar constituidos para estos fines, que se hacen con fondos nacionales de la Hacienda Pública, de los impuestos que pagan las y los ciudadanos, y que hacen una reserva financiera para atender estas condiciones de emergencia, que ocasionan grandes daños, pues tampoco están presentes, principalmente en la salud de las personas damnificadas, la pérdida del patrimonio, de sus bienes, las afectaciones en la vida laboral, escolar, familiar, cultural, más aparte agregarle el estrés postraumático, que nos obliga a generar políticas públicas que cuenten con acciones y programas que permitan mitigar y reducir los riesgos, preparando a la población en medio de una cultura de prevención de desastres naturales, antes, durante y después de que este ocurra. 

El gobierno o los gobiernos en México y las personas, tenemos un gran reto ante esta transformación de la participación de la población que debe de tener frente a los desastres naturales, porque no basta cambiar las leyes, es preciso que las personas estemos preparados mediante el desarrollo de una cultura de la prevención ante situaciones de desastre, donde seamos activos y propositivos en la construcción de proyectos de vida y en la protección de las viviendas y de los patrimonios.

La administración de la crisis surge con el manejo de la eventualidad del desastre, nadie está exento, ni gobernantes ni gobernados, y todos y todas debemos asumir la administración de los riesgos a través de la Protección Civil, pero no es un tema de dádivas, son derechos humanos, de existir, de salud, de protección, de imaginar, de exigir, pues vivimos dentro de un pacto social. Hemos llegado a un momento en que nos damos cuenta que tenemos ausencia de políticas públicas que nos lleven a hacer un buen frente, a resolver el problema de los grandes desastres nacionales, de la que no tenemos una cronología de futuro, y también las horas en las que la tecnología y la ciencia nos lo pueden anunciar, son escasas, es preciso pues, ahora, en esta época de elecciones, que la ciudadanía pueda exigir programas de Protección Civil, fondos que permitan que estos programas, con casulla de políticas públicas, sean funcionales para mitigar los grandes daños.

Ahora sí, que en su voto está.

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión

 

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Ignacio Ruelas Olvera
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Ignacio Ruelas Olvera, Opinión, Columnista BI

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