Después de ahogado el niño, tapar el pozo
Luego de las torrenciales lluvias que azotaron el estado en días pasados, de las que se conocen principalmente las desgracias y daños causados en la ciudad, las autoridades anunciaron un programa especial, con un presupuesto especial para repararlas y posiblemente prevenir de alguna forma que vuelvan a ocurrir.
Cuando este valle en el que se fundó Aguascalientes se conocía como el Valle de los Romeros, seguramente era un paraje agradable, con manantiales y arroyos que mantenían vegetación pandémica todo el año. Zacate navajita, manzanillas, huizaches, mezquites, encinos y, sabinos a las orillas de los cauces del agua. La colonización y el aprovechamiento de las tierras para cultivos y pastoreo, trajo consigo la extinción casi total de la vegetación orginaria. En las orillas de la ciudad, principalmente en los barrios de Triana y la Salud, aunque también a lo largo del arroyo de los Adoberos, se crearon “suertes de huertas”
muchas de las cuales, todavía me tocó conocer, la huerta Gámez, la del señor Medina, la de frente al Panteón Francés y muchas en Triana y la Salud. De todas, dio cuenta el progreso, lo que propició, junto con la pavimentación, un clima extremoso característico de su enclave geográfico semi-desértico, poca precipitación pluvial y grandes tormentas que provocan avenidas peligrosas.
El principal arroyo que todavía en 1958 dio cuenta del mercado Calera que se había construido sobre él, a la altura de la calle Díaz de León y de varias casas que habían invadido su Name, fue entubado cuando el Profr. Olivares Santana, pero no se le dotó de un drenaje pluvial adecuado, aunque se construyó un canal interceptor durante la presidencia de Don Juan Morales que se amplió en el gobierno del Ing. Barberena, no fue suficiente. Madero que tenía un sólido pavimento se rehizo pobremente con la Lic. Lorena Martínez y sin suficiente desahogo para las lluvias, lo mismo pasó con el Ing. Arellano en Zaragoza y con el Ing. Orozco en Venustiano Carranza, con el Ing. Lozano hubo también remodelaciones al Centro que no lo previeron. Fraccionamientos como Jardines de la Asunción y colonias como la Altavista, San Pablo, y algunas vías criminales como la Gabriela Mistral son verdaderas trampas acuáticas. La autoridad debe responder de las indemnizaciones y de una vez por todas olvidarse del relumbrón y atender estas necesidades ingentes de la ciudad en beneficio de la población. Son inadmisibles las muertes...
Es todo por hoy, hasta una próxima...si no quedo atrapado en un paso a desnivel.
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