El agua es un derecho humano
El surgimiento de los estados nacionales obedeció a la imperiosa necesidad de salvaguardar a la comunidad. Desde entonces la principal responsabilidad del gobierno es garantizar el goce y disfrute de los derechos de las personas. Las instituciones de salud, de educación, de impartición de justicia, entre tantas otras, justifican su existencia en la medida en que son capaces de proteger la dignidad y el bienestar de la población.
Cuando alguna institución no cumple con su función la ciudadanía tiene el derecho de elevar la voz para exigir el cumplimiento de sus obligaciones.
En 1789 los franceses, bajo el lema Libertad, Igualdad y fraternidad se levantaron en contra del sometimiento de la aristocracia. Los revolucionarios franceses nos enseñaron que cuando se vive bajo un régimen de tiranía y autoritarismo el espíritu libertario nos eleva a mejores condiciones de vida.
La lucha por la defensa de los derechos nos ha dejado imágenes memorables como la del joven Chino en la plaza Tiananmén anteponiendo de manera heroica su cuerpo para detener la avanzada de los pesados tanques de guerra o la tarde del 13 de septiembre de 1968 en México cuando 300 mil estudiantes y profesores marcharon en absoluto silencio del Museo de Antropología al zócalo en una impactante muestra de reacción ante la injusticia.
La historia nos ha enseñado que, cuando los derechos humanos se han violentado, el pueblo toma las calles y las plazas para visibilizar su lucha. Aquellos gobernantes que no escuchan a su pueblo o aquellas instituciones que buscan solo enriquecerse a costa de las necesidades básicas de sus habitantes negándoles el acceso a una vida digna deben ser exhibidos y denunciados para que cumplan con su responsabilidad de ser verdaderos garantes de todos los derechos de todas las personas.
Tenemos que admitir, sin lugar a dudas, que el acceso a servicios de agua potable y saneamiento seguros, asequibles y fiables son derechos humanos indispensables para mantener la dignidad de las personas. Negar el servicio de agua potable o disminuirlo por el motivo que sea, es atentar contra un derecho fundamental de la humanidad. El agua es de la gente y la gente sabrá defenderla. El agua es un recurso natural para uso responsable y su disfrute no es negociable.
Este sábado 4 de marzo, las calles de Aguascalientes se abrirán para hombres y mujeres libres, conscientes y críticos, quienes, con la certeza de caminar del lado correcto de la historia, labrarán un nuevo capítulo en la defensa de los derechos de la colectividad.
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