El ascenso populista de Milei

Las elecciones presidenciales y legislativas de Argentina tienen verificativo este domingo 22 de octubre. Como mero ejercicio de Ciencia Política, vamos a revisar un fenómeno que ha sucedido ya en otros países en los que, a pesar de sus contextos diversos, tienen el mismo fenómeno en común: el ascenso del populismo en elecciones democráticas, debido a las condiciones de precarización en sus electores, con resultados que atentan contra la democracia. 

Argentina ha padecido la corrupción gubernamental, la crisis económica, las espirales inflacionarias, y las tasas de desempleo durante ya varias décadas. Argentina, también, padeció penosas dictaduras militares durante la segunda mitad del siglo XX, con una crisis política que derivó en enfrentamientos, personas desaparecidas, y un proceso de democratización aún no consolidado. Igualmente, el electorado ha sufrido el desencanto de políticos que se presentan como de izquierda o de derecha.

Además de las crisis políticas y económicas, Argentina ha padecido, también, crisis educativas. Esto se refleja en una convivencia social cada vez más violenta. En ese sentido, Argentina ha sido uno de los países que más han padecido machismo y violencia de género, expresadas en feminicidios, desapariciones o ataques contra mujeres, brecha salarial, estructuras que estereotipan los roles de género, y demás taras sociales y culturales asociadas a este fenómeno.

Argentina también vive en la actualidad una condición demográfica en la que emergen las generaciones de jóvenes, sin formación política, con pocos horizontes educativos y laborales, y con tendencia a la precarización generalizada. Jóvenes que, en su mayoría, desconocen el pasado de la dictadura militar y del proceso de democratización, para quienes la clase política es un obstáculo, un ente enemigo abstracto al que hay que vencer para estar mejor.

Ese es el caldo de cultivo perfecto para que emerja el populismo, ahora encarnado en la figura de Javier Milei, un político que se presenta como anti político, cuyas propuestas son inviables en el corto plazo, pero con un discurso que ha logrado conectar con un amplio sector de la población depauperada. Su discurso es básicamente el populismo de derecha que ha encumbrado a Bolsonaro, a Trump, o a Vox.

Populismos los hay de izquierda o de derecha. No es tanto cómo se definan éstos, sino qué condiciones les hacen emerger y empoderarse: las crisis económica, educativa y laboral; el hartazgo contra la clase política; el anhelo del pasado dorado, y el rescate de ciertos valores. Ahí anida el huevo de la serpiente que –de llegar al poder en elecciones democráticas- se volverá antidemocrática, como ya nos sucede en México.

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