El Frente Amplio al frente de las elecciones
Hace dos días concluyó la primera etapa del procedimiento del Frente Amplio por México, la coalición de los partidos de oposición con presencia nacional, peso real y verdadera representatividad para elegir quién será su coordinador y posteriormente, para definir a quién será su candidato presidencial. Hay que decir que parece estar saliendo muy bien como ejercicio político.
Lo primero que hay que destacar es que en menos de 60 días, la coalición logró imponerse en la agenda mediática del país por encima de los aspirantes de morena, que llevaban prácticamente dos o tres años de arriba para abajo en función de las filias y las fobias, que decide el humor del López Obrador que es quien dirá finalmente a quién manda la elección del 2024.
Esta ganancia puede parecer coyuntural, pero es notable que, a pesar de la grosera manipulación propagandística que el gobierno ejerció por cinco años, la coalición haya desplazado el oficialismo del debate público en tan poco tiempo.
Este es un segundo hallazgo importante, que como ya dije en dos meses, la oposición se haya convertido en una opción potente, es revelador de que una porción muy representativa de ciudadanos está claramente inconforme, enojada y preocupada con la situación actual del país, y quería encontrar una alternativa electoral viable que dos millones y medio de ciudadanos hayan participado y se hayan registrado voluntariamente en favor de uno o de otra, es un síntoma psicológico de hartazgo con la inseguridad, el odio, el resentimiento, la mala educación, la mala salud, y la ineptitud del gobierno actual.
El tercer hecho positivo es que por donde quiera que se les vea, las cuatro personas que han pasado la segunda ronda: Xóchitl Gálvez, Santiago Creel, Enrique De la Madrid y Beatriz Paredes constituyen una fórmula infinitamente más robusta, más capaz, más preparada y más presentable que cualquiera de los títeres del presidente y basta revisar sus biografías para reconocerlo con objetividad en los aspirantes opositores, abunda la experiencia, el conocimiento real del país, las necesidades de aspiraciones de la gente, la visión de cómo recomponer la economía, la educación, el empleo, la salud, la seguridad y sobre todo la concordia entre los mexicanos, una condición indispensable para mejorar la vida de todos, pero muy en especial de quienes más lo necesitan y de quienes menos tienen creando condiciones dignas y respetables para cada uno. Me atrevo a pensar que de ganar una de ellas en el 2024, los otros tres seguramente formarán parte de un equipo sólido.
Ahora bien, la política tiene sus reglas y una de ellas es el realismo, entonces la siguiente pregunta es: ¿Quién de ellos es él más o la más competitiva para ganar las elecciones? Habrá ciudadanos que piensen que uno tiene mejores propuestas para tal o cual tema que otro y nos gustaría que una elección sellara única y exclusivamente con la cabeza, pero en la decisión de voto influye también el estómago, el estado de ánimo, el humor del día y otros factores subjetivos que pueden inclinar la balanza para un lado o para otro. Pero para que las cosas mejoren, la condición indispensable es primero ganar la elección y luego hacer un buen gobierno, va todo junto.
La experiencia de estos años ha favorecido, ahora, en mucha mayor madurez ciudadana, sencillamente, porque de su decisión depende de su propio destino y el de sus familias. Esperemos con bastante optimismo las elecciones de 2024.
Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión