Elecciones en EE.UU.

El 5 de noviembre de este año, Estados Unidos celebrará sus elecciones presidenciales, con las que renovará la titularidad de su poder ejecutivo. El escenario es complejo, por varias razones. Las principales tienen que ver con el perfil de los candidatos, con el papel del país en las relaciones diplomáticas globales, con las necesidades específicas de la población norteamericana, con el propio sistema electoral norteamericano, y con el perfil demográfico del electorado.

Si vamos por partes, el perfil de los candidatos es un tema por sí mismo: se confrontan Joe Biden por los demócratas, y Donald Trump por los republicanos. Ambos hombres, ambos caucásicos, ambos de la tercera edad, y ambos representantes del poder económico y político. Biden soporta la percepción negativa de que los padecimientos relacionados con su edad podrían limitar el ejercicio presidencial, y sus posiciones políticas no han cohesionado a una sola fuerza demócrata contundente.

Por otro lado, Trump todavía vive las secuelas judiciales de los procesos en su contra; procesos que tienen que ver con las distintas ocasiones en la que, siendo presidente en su primer periodo, cometió ilegalidades como sustraer información clasificada, o promover entre sus seguidores radicales la toma del capitolio para frenar su fracaso electoral.

De este modo, cada uno ha delineado sus posiciones políticas, por ejemplo, en el papel de la diplomacia norteamericana en el mundo. En ese tema destacan sus posiciones sobre la migración desde países del centro y sur del continente, y sobre el rol que Estados Unidos debe jugar en los conflictos regionales de Medio Oriente, concretamente con la radicalidad islámica e Israel.

Conjugado con esto, la población norteamericana tiene necesidades específicas que tienen que ver con el acceso a servicios, como salud, vivienda, y educación; con el empleo y la economía; y con la perspectiva de género en los derechos de las mujeres y de la población sexualmente diversa. A esto se suma la composición demográfica del electorado, en el que la población joven se cifra en unos 40 millones de votantes que no se sienten representados por los candidatos.

Por último, el funcionamiento del propio sistema electoral norteamericano, en el que la victoria no la da el voto popular, sino el Colegio Electoral; es decir, no gana el que sume más votos, sino que gana el que tiene 270 o más Electores Compromisarios de un total de 538 electores, distribuidos de manera poblacional en los Estados de la Unión, con Estados desde 3 electores hasta Estados con 54. Es decir, hay Estados con más peso electoral y otros con menos, en un sistema de democracia indirecta.

Así, el proceso electoral en Estados Unidos se da en un año en el que gran parte de los países del mundo tienen elecciones. Esta elección norteamericana se enfrenta a retos complejos, con candidatos gastados, y una población que tendrá qué elegir entre el mal menor.

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Alan Santacruz
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