Estado de Derecho y Gobernabilidad

La definición doctrinal del término gobernabilidad nos dice que se trata de la capacidad de ser gobernable, en otras palabras, se trata del equilibrio en el ejercicio del poder político y la capacidad del gobierno de dar solución a los conflictos sociales.

No obstante, la mera existencia de todo gobierno es resultado del consenso social con miras al fin de alcanzar el bien común. Al menos esta es la base principal del pensamiento liberal, donde la soberanía reside esencialmente en el pueblo, es decir, el poder político naturalmente es de cada uno de nosotros, pero que cedemos a la colectividad para, como ya lo decía, encontrar el bien común.

De aquí es donde surgen de manera simultánea tanto el Derecho como los poderes constituidos; dando parte a la creación del Estado. Y es precisamente en el entendido que el máximo interés es preservar el bien común, la principal tarea del Estado es generar las condiciones de gobernabilidad mínimas y necesarias, para que el pacto social no se rompa; por ende persista nuestra libertad y como consecuencia nuestros derechos.

Eso fue lo que sucedió la noche de este viernes en Nuevo León. Debo reconocer que genuinamente creí que Samuel García iba a librar el tema de la licencia para separarse del cargo y dejar como encargado de despacho a su secretario de gobierno, pues yo leía todo este asunto como algo meramente político. Sin embargo, como profesional del Derecho, reconozco que la ley es la ley y que la gobernabilidad y la estabilidad de la República están por encima de cualquier aspiración o capricho político.

Y aunque si bien es cierto que lo ocurrido en Nuevo León puede tener varias lecturas e interpretaciones tanto a favor como en contra, lo innegable es que afortunadamente en nuestro país aún existe la separación de poderes, el equilibro republicano de los mismo y sobretodo el Estado de Derecho, demostrado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación; muy a pesar de que algunos sigan sin creer que la ley si es la ley.

En resumidas cuentas Samuel García jugó mal sus cartas, la ambición y la soberbia le impidieron el llegar a los acuerdos y el consenso necesario para buscar el cargo de presidente de México; y mientras todo esto pasaba, indirectamente puso en juego lo más importante, la gobernabilidad de su estado, la estabilidad social y por supuesto el Estado de Derecho.

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