Fobias de Estado
Una fobia es un trastorno caracterizado por un miedo intenso, irracional y desproporcionado a situaciones específicas. En la actualidad cualquier término que aluda a una condición humana, acompañado del sufijo de origen griego “phobia” ha adquirido una connotación ofensiva: transfobia, gordofobia, discafobia, xenofobia, gerontofobia y, quizás, en el mismo sentido pero desde otro origen etimológico, misoginia y racismo.
Son etiquetas que molesta recibir, ya que tienen por denominador común el miedo. El miedo a lo diferente. Cuando algo o alguien no se ajusta a la idea del deber ser, con base en nuestros cánones políticos, religiosos o culturales, el rechazo es una reacción de supervivencia para protegernos de situaciones que percibimos como una amenaza.
Este “mecanismo natural” se torna problemático cuando afecta los derechos humanos de otras personas. Justamente, de acuerdo con la Conapred, la discriminación debe ser entendida como un fenómeno estructural, pues más que un conjunto de actos individuales de desprecio, está inscrita en la sociedad y sus instituciones. Paradójicamente, México es un país de diversidades: cultural, étnica, funcional, sexogenérica, de edades, lo que vuelve necesaria la intervención del Estado para garantizar el derecho de toda persona a no ser discriminada.
En clave democrática, esa pluralidad que nos atraviesa debe contar con representación en los espacios de toma de decisiones. Por este motivo, las personas con discapacidad, de la diversidad sexual y de género, de origen indígena, entre otros grupos de atención prioritaria, han sido convocadas a ocupar los espacios en la esfera política y gubernamental, de donde han sido históricamente relegadas. Su presencia en el poder ha crecido por medio de acciones afirmativas que, en esencia, consisten en ofrecer un trato preferencial en el acceso a candidaturas a cargos de elección, a través de cuotas que los partidos políticos están obligados a cumplir.
De cara a la elección de 2024, en Aguascalientes los partidos y/o coaliciones deberán postular cuando menos a una persona con discapacidad y una de la población LGBTIQ+ como candidatas a una Diputación en cualquiera de los distritos, a excepción de aquellos tres en los que se haya registrado la votación más baja en la elección anterior; así como a una candidatura con discapacidad y una de la disidencia sexogenérica en la posición número 1, 4 o 5 de su lista de aspirantes al Congreso del Estado por el principio de representación proporcional.
Asimismo, cada partido y/o coalición tendrá que reservar al menos cuatro candidaturas a personas con discapacidad y cuatro a la comunidad LGBTIQ+ en cualquiera de los Ayuntamientos, con excepción de los dos menos votados. También deberán apartar las primeras dos Regidurías de representación proporcional, en cualquiera de los once municipios, a tres personas con discapacidad y tres de la diversidad sexogenérica. Finalmente, deberán postular en el Ayuntamiento de Aguascalientes por lo menos a una persona indígena, ya sea por el principio de mayoría relativa o representación proporcional, aclarando que en todos los casos las respectivas candidaturas suplentes deben ser ocupadas por perfiles del mismo grupo.
Aunque sea un hecho que el miedo es una respuesta sumamente humana a lo diferente, también lo es que somos más que nuestros instintos, como seres sociales tenemos la responsabilidad de autocuestionar los prejuicios y pánicos morales como primer paso para prevenir las fobias de Estado. Las acciones afirmativas son la respuesta con que desde el ámbito electoral buscan dirigirnos hacia una democracia plural, participativa e igualitaria.
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