Hemos abusado de la palabra "pueblo"
Hemos abusado de la palabra y de la idea de “pueblo”. Hemos permitido que se abuse de esta palabra en función de que, el contexto de la instrucción básica, no ha desarrollado ni ha enseñado a las generaciones este concepto. En principio, lo decimos en singular y luego queremos que sea plural en el ejercicio del poder. “El pueblo no eligió, el pueblo no elige, el pueblo no elegirá” porque esa masa no dice nada. Y puede decir todo.
Pero, jurídicamente, el pueblo no eligió a la actual presidenta electa que tomará posesión en unos días, la eligió el cuerpo electoral que cumple con extremos como: tener 18 años, tener una manera honesta de vivir y darse de alta en el registro electoral. Pensando que el individuo es la persona o es el lente irrepetible único y la persona es el modo del carácter de cada uno o cada una.
De manera tal que, para llegar al momento jurídico en el que estamos, nos hemos dejado llevar por esa formulación política y pedagógica mal fundada en el sentido del ser. “El pueblo nombró”. El pueblo no nombró a nadie, no dio toda esa facultad, fue el cuerpo electoral, insisto.
El pueblo, finalmente está en la estructura de nuestra cultura. Y si alguien me dice “Sí, pero la Constitución dice que el pueblo para el pueblo y por el pueblo y emana del pueblo”, yo le digo que sí, tiene toda la razón, pero literariamente no dice nada. En ninguna otra interpretación dice nada porque no hay una determinación exacta. En el ejercicio de la política, insisto, es precisamente que vota, pero el pueblo no vota, vota la ciudadanía.
En ese sentido, lo que realmente nos rige a las y los mexicanos es nuestra Constitución, ese pacto político en la que el pueblo está representado por sus autoridades: un Poder Ejecutivo que recae en una sola persona para ejercer el movimiento de la política pública; el Poder Legislativo que es la representación popular, pero en el pueblo están los menores de 18 años, todos los que acaban de nacer y se integran una sociedad.
El pueblo está constituido por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicano, que no es una ley. En las discusiones, nos hemos acabado la garganta confundiéndola con una ley, pero no, la Constitución es un pacto, es un documento breve, por lo tanto puede tener omisiones o hasta errores, pero la salvaguarda es la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es quien determina qué es lo que dice la Constitución.
No le demos vueltas; ese poder es para interpretar la Constitución, el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo para cumplirla, no para interpretarla, sólo para cumplirla y hacerla cumplir. Para respetar la Constitución está la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que es el Poder Judicial de nuestro país.
Hoy queremos que algunas mentalidades desde la soberana representación popular nos quieran andar clases de Derecho, desde el discurso político o pragmático, por las consecuencias o desde el punto de vista teleológico e incluso que si ¿la reforma será bueno o será mala? No, lo que tiene que respetarse desde su origen en los tres poderes es a quien interpreta nuestro pacto político. Así andamos.
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