Información no verificada o falsa por doquier
La información no verificada o deliberadamente falsa es como la humedad en las paredes, se filtra por pequeños espacios y, cuando nos damos cuenta, ya invadió todo. Hay distintas formas e intenciones en estos contenidos. Si bien en español solemos usar el término desinformación, en inglés distinguen entre misinformation, disinformation y malinformation.
Se usa el término misinformation para referirse a la información falsa, imprecisa o incorrecta, que puede o no ser generada con mala intención. A veces es simplemente una suerte de teléfono descompuesto, donde la información llega con algún detalle sin confirmar y se difunde así, porque se privilegia la rapidez sobre la seguridad.
Por otro lado, el término disinformation sí enfatiza esta intención, de modo que hay una producción y diseminación deliberada de información falsa. A veces son cosas que no dañan a nadie y hasta divertidas resultan, como la imagen de Katniss Everdeen —el personaje que hizo Jennifer Lawrence en la saga de Los Juegos del Hambre— que ha circulado en estos días con la nota de que es una medallista olímpica mexicana en tiro con arco. La información es deliberadamente falsa, pero da risa. Sin embargo, también hay casos como el vídeo falso que se difundió en días pasados, que simula ser publicidad electoral de Kamala Harris. Dicho vídeo incluye un audio falso haciendo un comentario desafortunado sobre Joe Biden. Este fue ampliamente diseminado en redes y fue compartido incluso por Elon Musk, quien claramente apoya a Donald Trump en la carrera presidencial de Estados Unidos.
El término malinformation se usa para contenidos que pueden incluir información verdadera, pero que se difunde en distintos momentos con la intención de dañar.
En nuestros tiempos la circulación de estos tipos de información es muy fácil por varias razones. La más evidente es la amplia disponibilidad y la inmediatez de las plataformas digitales. Cuando hay una intención de dañar y se cuenta con ciertos recursos tecnológicos se emplean estrategias algorítmicas, sobre todo en tiempos electorales, como ocurrió hace 10 años con Cambridge Analytica y como sigue ocurriendo, la mayoría de las veces sin que nos demos cuenta.
Otro factor es la ausencia de capacidad crítica en las audiencias de noticias. Las personas tienden a creer en la información que reciben cuando coincide con sus posturas sobre algo —por ejemplo, si están en contra de alguna candidata y ven una noticia que también está en su contra, es más probable que la crean, aunque sea falsa, porque refuerza algo que ya piensan—. También tienden a creer en la información que reciben de personas cercanas, en las que confían —así celebran la medalla olímpica de Katniss Everdeen o creen que el dióxido de cloro cura el COVID, aunque sea falso—.
Claramente, esto suele relacionarse con los discursos de odio. En la semana, la información falsa sobre una boxeadora argelina derivó en muchos mensajes contra ella a través de plataformas digitales. En muchos casos se dijo que ella era una deportista transgénero y hubo figuras públicas que contribuyeron a hacer viral esta información expresándose abiertamente contra ella. En otros casos, sí se mencionó que es una mujer cisgénero, pero sin aclarar el término que puede no ser tan obvio para las mayorías: una mujer cisgénero es alguien que nació mujer y se identifica como mujer, en otras palabras, la boxeadora es una mujer y punto.
Vale la pena que siempre que encontremos o recibamos información veamos la fecha y verifiquemos si está confirmada antes de difundirla.
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