Judicial a la medida del ejecutivo

Decía el Doctor Desiderio Macías Silva, de grata memoria, ¿Por qué se ha de pretender que los médicos sean humanitarios en un mundo que no lo es?. Su dicho puede aplicarse a cualquier trabajo u ocupación. En una sociedad corrupta, en que una buena parte elude el cumplimiento de la ley, no respeta disposiciones ni reglamentos, evade impuestos, engaña respecto a cantidades y cualidades y el mismísimo presidente de la república miente, traiciona y roba y deja robar, no es una tarea fácil comportarse conforme a la ley y las buenas costumbres, las tentaciones y las provocaciones son constantes, especialmente en algunas áreas en que se requieren conocimientos o habilidades especiales para valorar el comportamiento. Usted va con un médico que le habla con un lenguaje más ininteligible que su letra, que con un gesto le pinta un panorama dramático y que le extiende una receta preaprobada por algunos laboratorios. Algo parecido pasa en otras profesiones y en particular la abogacía en la que sus practicantes gozamos de mala fama, no pocas veces bien ganada. 

Con los jueces suele ser peor. Si el litigante gana el juicio es por su habilidad y argucias, si lo pierde es porque el juez “se vendió”.

En mi ya larga carrera de abogado, cincuenta y tres años puedo afirmar que los corruptos son la excepción, y que muchas veces hacen más daño por impreparados que por malintencionados: de todo hay en la viña del señor. En los últimos años el presidente ha puesto de moda atacar a los jueces y al poder judicial, él, único poseedor de la verdad y encarnación de la justicia puede juzgar y condenar a todo mundo porque él es puro, es impoluto, es sabio, es bueno, es honesto, es honrado y es justo. 

La semana pasada un periódico de circulación nacional alertó que en Aguascalientes podría haberse dado un ataque al poder judicial, sin otro objetivo que lograr el control por parte del poder ejecutivo de ese poder. En una maniobra más o menos rápida que partió de un limitado ejercicio de análisis que justificó la presentación de un proyecto de reformas a los tribunales del estado, por cierto sin consulta previa a los integrantes del poder judicial según me dicen, el ejecutivo que controla al legislativo (controlar es un decir, en realidad funciona como un apéndice) hizo aprobar las reformas que, según la publicación y según muchos jueces y abogados se realizó sin el necesario estudio y justificación y muestra que, también en Aguascalientes la voz ejecutiva marca el paso a los otros poderes. 

Es todo por hoy, hasta una próxima si la hay.

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Jesús Eduardo Martín Jáuregui
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