La banalización del horror
En la era digital, donde las redes sociales y la información fluyen a una velocidad impresionante, hemos presenciado un fenómeno alarmante que desafía nuestra ética y humanidad: la difusión irresponsable de imágenes y videos de víctimas de violencia brutal perpetrada por el crimen organizado. Esta preocupante tendencia no solo pone en peligro el bienestar psicológico de quienes consumen este contenido, sino que también contribuye al fortalecimiento de las redes criminales y a la normalización del horror.
Las redes sociales, originalmente concebidas como plataformas para compartir momentos significativos y conectar con otros, se han convertido en herramientas insidiosas en manos de los grupos criminales. Aprovechando el impacto visual y emocional de imágenes de violencia extrema, estos actores despiadados buscan sembrar el miedo y la desestabilización en la sociedad, mientras reclutan nuevos miembros y expanden su influencia.
El efecto de compartir imágenes de violencia brutal es profundamente perturbador, algunos pueden argumentar que divulgar tales contenidos sirve como una forma de sensibilización ante la violencia y el crimen organizado, sin embargo, esta visión minimiza los efectos colaterales. Las imágenes crudas pueden causar traumas psicológicos a quienes las ven, con consecuencias que pueden perdurar a largo plazo, además, al compartir indiscriminadamente este material, se revictimiza a las personas afectadas y reduce su dignidad a meros objetos de morbo.
La proliferación de estas imágenes también plantea serias interrogantes éticas. ¿Cómo es posible que algunos individuos estén dispuestos a amplificar el sufrimiento de otros al compartir y comentar sobre tales atrocidades? Esta banalización del horror alimenta una cultura insensible y contribuye a una desensibilización generalizada hacia la violencia, erosionando nuestra capacidad de empatía y compasión.
Es crucial destacar que la difusión de contenido violento del crimen organizado puede tener implicaciones legales y éticas, compartir este tipo de material puede, en algunos casos, involucrar a los usuarios como cómplices de la propaganda criminal otorgando a los perpetradores la notoriedad que anhelan.
Más allá de las políticas de censura de las diferentes redes sociales, los usuarios debemos ejercer un juicio crítico antes de presionar el botón de compartir, y así evitar ser cómplices involuntarios de la difusión del horror.
En víspera de la celebración del “Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas” quiero traer a la memoria la referencia de la Organización de las Naciones Unidas que asevera que el consumo de drogas ha aumentado de manera proporcional a los riesgos para la seguridad y salud de la humanidad.
Ante dicha amenaza, el compromiso del gobierno de México de mejorar la vida pública, se plasmó en el Plan Nacional de Desarrollo y derivó en emblemáticos programas sociales nunca antes vistos en la historia de nuestro país.
“Jóvenes Construyendo el Futuro” dirigido a personas de 17 a 29 años, brinda oportunidad de capacitación en un centro de trabajo, una beca mensual de 6,310 pesos y un seguro médico; al ofrecer a la juventud opciones de desarrollo personal y laboral, el programa disminuye la marginación y exclusión social, factores de riesgo para la multiplicación de la delincuencia.
Este programa ha beneficiado a 2.4 millones de jóvenes en todo el país y su impacto en la economía se estima en un aumento del PIB de 0.3 puntos porcentuales y una reducción del desempleo juvenil de 1.9 puntos porcentuales.
Por otra parte, el Programa Nacional de Becas para el Bienestar Benito Juárez, dirigido a estudiantes en situación vulnerable ha contribuido a la permanencia y conclusión del trayecto educativo de niñas, niños, adolescentes y jóvenes de educación básica, media superior y superior.
En 2023, dichas becas han beneficiado a 9.9 millones de estudiantes 5.4 de educación básica, 4.1 de media superior y 360,000 de superior; destinado para ello 137, 500 millones de pesos, 51, 840 para el educación básica, 71, 400 para media superior y 14, 260 para superior.
Estos programas, al Igual que la pensión para personas adultas mayores y discapacitadas, tienen efectos positivos en la comunidad; disminuyen la pobreza, aumentan las oportunidades educativas y laborales contribuyendo así a la regeneración del tejido social.
La austeridad republicana, la eliminación de privilegios, las finanzas sanas y el combate a la corrupción han permitido al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, combatir de raíz las causas que arrojan a la juventud a los brazos del crimen.
Gozar de una sociedad segura, libre de drogas, corrupción y delincuencia precisa la atención a la juventud, dejando de lado la exclusión, estigmatización y represión.
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