La falta de comunicación del Poder Judicial

Uno pensaría que el Poder Judicial de la Federación por ser uno de los tres poderes constituidos que conforman y representan el poder público que en su conjunto son la esencia misma de toda república, tuviese un equipo de comunicación política de primer nivel que les permitiera responder asertivamente en momentos de crisis. Y en los últimos días vaya que, si han estado frente a una crisis, aparentemente sin precedentes históricamente recientes.

Y lo más curiosos de todo es que en el Poder Judicial de la Federación ya sabían que esta crisis llegaría y no tuvieron siquiera una estrategia de contención, aun y teniendo conocimiento de causa del poder de comunicación del presidente López Obrador; quien a pesar de encontrarse ya en el ocaso de gobierno sigue a través de sus conferencias de prensa matutinas, día con día, estableciendo con su narrativa la agenda pública nacional.

El presidente López Obrador puede decir la verdad o puede mentir sin escrúpulo alguno, pues se sabe experto establecer y manipular a su antojo, todo aquello que él de primera mano quiere que se hable, se discuta o se critique; de tal suerte que, en muy contadas ocasiones en los últimos cinco años, alguien ajeno a su gobierno y movimiento político haya logrado robarle la batuta para fijar un tema que sea del interés nacional.

Precisamente y a sabiendas de esto, resulta verdaderamente extraño que los juzgadores federales no hayan previsto que una tormenta se les aproximaba, ya que no estamos hablando únicamente del hecho propio de todo este caos, que es la desaparición de trece de los catorce fideicomisos que los dotaban de recursos adicionales a su presupuesto anual, más bien el tema es que del martes pasado al día de hoy, sigan sin contar con una respuesta contundente que pueda contradecir y poner en duda el discurso presidencial.

Además de que la retorica del presidente de México no es algo que cambie o se adapte a las condiciones políticas o sociales del presente, pues sus palabras son las mismas que ha repetido hasta el cansancio, y que además no han cambiado: criticar y condenar los privilegios de los poderosos, culpar a los gobiernos del pasado de las calamidades del país, la austeridad en el gasto gubernamental, velar por los intereses de lo más pobres y un largo etcétera que a estas alturas de su gobierno conocemos de memoria.

Y a todo esto podemos agregar que sus intenciones de entrometerse en el Poder Judicial no son algo surgido hace unos días, este tema lleva presente en las prioridades presidenciales desde hace años. Basta con recordar cuando intentó prolongar el periodo de Arturo Zaldívar como presidente de la Suprema Corte, o cuando hizo todo lo que estaba a su alcance para intervenir en el nombramiento del sucesor de Zaldívar, lo mal que recibió la llegada de Norma Piña a la presidencia de la Corte y por supuesto el tremendo revés recibido tras la declaratoria de inconstitucionalidad del famoso “Plan B” en materia electoral.

Por todo esto y más, resulta inverosímil que se tengan tantas fallas en materia de comunicación social y política desde el Poder Judicial de la Federación; pues como ya lo decía, esto no es nada nuevo. Y si tomamos en cuenta los argumentos de defensa utilizados hasta el día de hoy, no solo no han ayudado, han alimentado y alentado el discurso del presidente.

López Obrador conoce más que nadie el poder de sus palabras, conoce perfectamente a quien van dirigidas y el como dirigirlas, por tanto que si en el Poder Judicial de la Federación continúan haciendo una defensa de sus derechos laborales y no se centran en defender lo que son, un poder autónomo de esta federación, lo que estamos viviendo solo es el comienzo de la invasión definitiva que tanto tiempo tiene anunciado el presidente, recordemos que el próximo año pretende presentar una iniciativa de reforma constitucional para reformar a profundad, al único poder, que aunque ya mermado, permanece siendo el único dique de contención frente a la destrucción institucional causada por la cuarta transformación.

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