La idea del bien común

En su texto sobre la filosofía de la realidad histórica, el sacerdote Ignacio Ellacuría, sacerdote jesuita quién fue asesinado en la Universidad de Centroamérica en El Salvador, presenta la idea del mal común como un mal histórico radicado en un determinado sistema de posibilidades de la realidad histórica o del cuerpo social a través del cual actualiza su poder para configurar maléficamente la vida de los individuos y de los grupos humanos

Se trata de una negatividad encarnada y generada en y por las estructuras sociales que niegan o bloquean la personalización y humanización de la mayoría de la humanidad o de un cuerpo social en una determinada altura del proceso histórico. Se trata justamente de un mal formalmente histórico y no de un mal radicado en la condición natural de la realidad humana o en la realidad personal de la biografía. Es un mal, afirma Ellacuría que puede ir adquiriendo formas concretas históricas que afectan al cuerpo social como un todo que por supuesto forman parte del ejercicio del poder.

Ese mal común es una idea que contrasta u opone a la idea de “bien común” y viene a colación la idea del mal común, porque me parece que la pretensión desde la Presidencia de la República es que los mexicanos nos acostumbremos a pensar en el mal común y no en la necesidad del bien común. ¿Por qué sostengo esto? Bueno, esta semana hemos visto dos eventos que me parecen sumamente lamentables que van construyendo esta historia, este discurso, esta línea discursiva del Presidente de la República que solamente nos viene a mostrar esta idea de que el mal común prevalece sobre el bien común. Me refiero específicamente a la ocultación de información por parte de la Secretaría de la Defensa Nacional en el caso de los desaparecidos, 43 estudiantes de Ayotzinapa.

Vemos cómo se reporta que un expediente integrado para que el auditorio no se entienda por 25 documentos distintos, de repente se les entregan los primeros 15 documentos y luego se entregan del documento 19 en delante, es decir, se ocultan específicamente documentos que contendrán alguna información valiosa para el esclarecimiento de los hechos de Ayotzinapa, pero que la Secretaría de la Defensa decide ocultar.

Por otro lado, vemos como el Presidente de la República ante los vídeos que circularon en las redes de la entrada de grupos de la delincuencia organizada en cierto municipio, región de Chiapas, donde los, al parecer, los pobladores festejan esa entrada, el presidente ahora dice que esos vídeos forman parte de la propaganda de sus adversarios conservadores, es decir, el presidente prefiere la idea del mal común de una historia falsa que la búsqueda del bien común. Cree que es cuestión de sus adversarios conservadores, pero no, lo que refleja ese vídeo es una realidad y es una realidad de que hay zonas, territorios en la extensión de nuestro México que están tomadas por grupos de la delincuencia organizada sin que las fuerzas públicas puedan hacer nada y cuando se consulta a las fuerzas públicas sobre lo que pudieron haber hecho, se oculta la información.

Ahí vemos como en el caso de los contratos que lleva a cabo la Secretaría de la Defensa en las diferentes obras en el país, pues el rango de ocultamiento de opacidad alcanzan niveles superiores a los 90% porque todo lo han identificado como obras relevantes o relativas a la seguridad nacional y, por lo tanto, no se proporciona ninguna información sobre lo que se está haciendo. Eso en realidad es construir un discurso de opacidad, un discurso del mal común en lugar de construir un recurso que atendiera al bien común, a la transparencia y a la honestidad en el ejercicio de los recursos.

Me parece que los mexicanos no podemos acostumbrarnos a este discurso del mal común, necesitamos seguir sosteniendo nuestra capacidad de asombro, necesitamos reprobar las acciones donde no hay claridad en la actuación de los servidores públicos, ahora resulta que es un día difícil que maten a seis muchachos en Zacatecas o que aparezcan 18 personas asesinadas en Nuevo León. No podemos acostumbrarnos a este discurso, ese discurso normaliza el mal, normaliza la violencia en México y no puede ser tolerado por los mexicanos, esperemos que nos demos cuenta de que esté mal discurso, en relación con el mal común, no construye el México que deseamos los ciudadanos y que tengamos la conciencia y el valor cívico de cambiar las cosas de luchar porque las cosas se cambian para pensar en un bien común en beneficio de nuestros hijos y nuestros nietos.

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