La plaga de los ciclistas

Aguascalientes era un pueblo bicicletero, pero ordenado, recuerdo en las mañanas al filo de las siete cuando el silbato de la Maestranza convocaba, como iban llegando cientos, quizá miles de trabajadores en sus bírulas, muchas perfectamente equipadas con su farola y su dinamo, sus calaveras, no pocas con diablos y su parrilla con sus viandas bien amacizadas. Era todo un espectáculo. Por cierto que el silbato fue a parar a Puebla porque Felipe González lo permitió y Humberto Gutiérrez Allende y Octavio Amador operaron el desmantelamiento de lo que pudo ser el gran museo de sitio. Entonces eran muchos ciclistas, pero no eran una plaga como ahora. 

Me explico, cuando una planta o un grupo animal crecen desordenada y descontroladamente se convierten en una plaga y es lo que nos ha pasado, a ciencia y paciencia de las autoridades que, a menos que padezcan una ceguera selectiva y no vean a los ciclista, se trataría de una grave responsabilidad. Es sabido que en general los agentes tienen una especie de daltonismo lo que les hace reacccionar mejor ante algunos colores, por ejemplo ya no distinguen los billetes de 50 o 100 pesos, pero sí los de 200 y mejor los de 500. No detectan a los ciclistas que circulan en sentido contrario, no ven a los que circulan por las banquetas, pasan por alto los que suben a las plazas, especialmente a la de Armas, !qué esperanzas que puedan fijarse en la falta de equipo!. Ceguera grave que a veces también se extiende a motocicletas.

La semana pasada caminaba por la calle peatonal Nieto, rumbo al poniente, pegado al Teatro Morelos cuando un ciclista que venía por Nieto, aprovechó la rampa para discapacitados o como se diga hoy y se vino directamente a mí, yo seguí en mi línea y el macaco ciclista directo a mí, en el último momento torció y yo, entre asustado e indignado le grité ¨baboso¨, Uh, en mal momento, lo que menos me dijo fue ¨disculpe¨, pero me sacudió todo el árbol genealógico materno. Llegué a la esquina y les reclamé a los dos agentes de tránsito, que, como hacen la mayoría de policías de crucero se encontraban concentrados chateando en su móvil, pero me dijeron que no habían visto al ciclista. Más tarde, al otro lado de la plaza llamé la atención e hice que despegaran su vista del teléfono, otros dos agentes que ignoraron el cruce de ciclistas hacia la Plaza. Les dije: allí hay un letrero que prohibe que suban vehículos a los andadores. Uno me contestó y el otro le secundó: ¨jefe, las bicicletas no son vehículos¨. Ya mosqueado pregunté después a otra pareja de agentes, por qué no les decían algo a los ciclistas y me dijeron "es que no nos hacen caso¨. Finalmente me encontré a un agente más madurito y me dijo "tenemos órdenes de no molestarlos".

Así las cosas, ¿será necesario que el presidente municipal, como lo hizo de barrendero, de jardínero, de pintor, etc., se vista de agente de tránsito y les muestre como tienen que actuar?.

Es todo por hoy, hasta una próxima, si la hay.

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Jesús Eduardo Martín Jáuregui
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Jesús Eduardo Martín Jáuregui, Aguascalientes, Ciclistas, Tránsito Municipal

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